G

5 de agosto de 2008

La Ciudad Subterránea. Sexualidad de las Márgenes





La cerveza fluye por las venas. La euforia provocada por el baile propaga la alegría. En áreas próximas al estadio Augusto César Sandino, las cinturas se contorsionan al compás de Arnaldo y su Talismán. Hay carnaval en Santa Clara. Pero Ellos están distantes. También disfrutan la furia de decibeles, pero se concentran al final de la calle San Miguel, cerca del principal acceso al estadio; a pesar de que el área se ha transformado bastante en los últimos meses. Una cerca limita al acceso a buena parte del parqueo usado ahora como almacén para las obras de un parque de diversiones que motivó, incluso, el cierre de la Calle Segunda.
Allí no hay oferta gastronómica alguna. No se montaron carpas como en años anteriores…Es preciso caminar aproximadamente cien metros para conseguir la “fría”. Pero esta, por obra y gracia de quienes así lo han querido, sigue siendo el área gay durante las fiestas populares. Y ni siquiera es la única. Más lejos aún, cerca del mercado agropecuario de Buen Viaje, al amparo de algunos árboles y de la maleza, otros, o Ellos mismos, disfrutan del carnaval; pero la música no tiene tanto protagonismo. La vegetación permite reservarse un espacio íntimo para dos, quizá también tres o cuatro. También es posible chocar con escenas típicamente almodovarianas o pornográficas en el trillo principal, o bajo los mangos de la entrada. ¿Liberación sexual o desparpajo? La oscuridad desinhibe más que la cerveza.
Hay algo común entre ambas áreas: pertenecen a las márgenes, no forman parte del programa de carnaval anunciado por la radio y la televisión locales. Mas, una parte del público alterna su carnaval entre los sitios “oficiales” y los de la penumbra. Los más arriesgados, algunos cientos tal vez, terminan en la oscuridad total; allí donde sí es absolutamente cierto que el sida no tiene rostro, donde los hurtos y asaltos tienen terreno fértil. Pero esta noche al menos, no ha pasado nada. No ha corrido la sangre, si acaso el semen.
Lo que narro no es ficción, no fue ideado por un autor de best seller tropicales. Mis preguntas no vienen de “afuera”, emanan de tierra adentro, del suelo al que me abrazo y por el que doy la vida. ¿Hasta cuándo existirán tan lúgubres sitios de encuentro? ¿Deberá nuestra sociedad promover otros más sofisticados al estilo europeo? ¿Saunas, playas, bares y discotecas? ¿Por qué subsiste la homosexualidad de las márgenes en una ciudad donde hay espacios inclusivos como El Mejunje? ¿Qué nos falta justo en el momento en que más se preocupan los cubanos por tales asuntos? Probablemente seguir hablando del tema. Preocuparnos más, ocuparnos mejor. Fomentar el surgimiento de espacios para la reflexión y también, ¿por qué no?, para el esparcimiento. Mucho más que Mejunjes.
Concuerdo con quienes piensan que cualquier asociación avala la exclusión, impone fronteras. Pero, de todas formas, los muros existen y derribarlos lleva mucho tiempo. Mientras tanto, qué podemos hacer. La realidad, casi siempre es más cruel que la voluntad de los hombres. Las calles de Santa Clara se iluminan, pero en el carnaval siguen existiendo áreas de penumbra y oscuridad.
Las cosas cambiarán el día en que el parque Vidal definitivamente sea propicio para que dos hombres o dos mujeres (dos, que no estoy promoviendo la sexualidad en grupo) caminen tomados de la mano, o se abracen en la multitud. El día en que el casado, o el que ocupa un cargo importante suelte las amarras y se muestre tal como es.
¡Y cuánto debemos hacer los medios para que ese futuro se torne menos inalcanzable! Pero, ¿debemos incentivar mensajes donde se diga ingenuamente que ser gay no es malo? ¿O debemos saturar a los espectadores con mensajes donde se exprese que la homosexualidad es como el carnaval? Allá Buena Fe si espera que ser gay se convierta en una moda. Ni una cosa ni la otra. Por otra parte también es común que aprovechemos el tema del sida para esconder mensajes a favor de la tolerancia hacia los homosexuales. Una cosa no tiene por qué estar relacionada con la otra.
Precisamos de un arsenal de recursos que aún los comunicadores cubanos desconocemos, o usamos poco, para llegar al alma de la gente. Por supuesto que mientras las telenovelas muestren al homosexual como un destructor de matrimonios, o como el amigo bueno asexual e incapaz de matar a una mosca, retrocederemos un paso. Pero habrá que seguir avanzando. A fin de cuentas, las telenovelas son sólo un elemento entre los productos de los medios. Ahora considero la enorme repercusión que tienen los informativos, la prensa. ¿Cuánto espacio le han dedicado los grandes informativos de Cuba a las declaraciones de Mariela Castro Espín de los últimos meses que sí figuran en sitios de agencias y periódicos extranjeros? ¿Cómo es posible tal miopía (in) comunicativa? ¿Por qué no se publica nada sobre la resolución del Ministerio de Salud Pública que apoya las intervenciones quirúrgicas a los trasngéneros. ¿Será que la cobertura del asunto afecta en algo el prestigio internacional de Cuba? ¿Acaso no es esta una noble conquista de nuestra sociedad. La patria, ya lo proclamó Martí, la hacemos “con todos y para el bien de todos”. Revolución, Fidel lo afirmó, es cambiar todo lo que debe ser cambiado. Entonces, para que todos podamos mostrarnos a la luz del sol tal como somos, habrá que cambiar mentes y corazones. Ser más revolucionarios que nunca.
No podemos esperar a una campaña por el Día de Orgullo Gay el 17 de mayo de dos mil nueve. Los que trabajamos en los medios debemos hacer algo ya. Tiene que haber carnaval para todos Sin riesgos, ni temores, ni silencio, ni oscuridad. Derribemos las tapias de la ciudad subterránea.

Adrian Quintero Marrero, Sagua la Grande CUBA.
Clic el título de la entrada para visitar CON VOZ PROPIA.