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6 de abril de 2008

Entre Dos Aguas.



Macho, como su alias indica bien claro, es muy hombre. Él no entiende de blandenguerías, ni de esas cosas "propias de maricón". Eso sí, si se le insinúan, él no cree en nadie. Los hombres tienen sus necesidades, y las satisfacen a como sea.
Cuando Macho nota a un individuo mirándolo, una mezcla de sentimientos lo asalta. Se inquieta pensando si tiene "plumas" que él no ha notado, pero sí un ojo experto en la materia. Se dice a sí mismo que lo suyo son las mujeres. Para reafirmarse, mira con lascivia al primer material femenino a la vista. Aún así, devuelve instantáneamente la mirada inquisitiva de otro hombre cuando se presenta la oportunidad. La expresión dura de su rostro se transmuta de acuerdo a lo que ve al otro lado de la conección visual establecida. Su hombría no quita que aprecie una cara masculina hermosa; pero sobre todo, un cuerpo deseable. No importa que éste sea el de otro macho. Eso sí, él nunca inicia lo que en Cuba se conoce eufemísticamente como "entendimiento". ¡Ni pensarlo! Los hombres no buscan esas cosas. Lo que sucede es que a Macho le provocan sus espermatozoides. ¡Listos como están siempre ellos a salir disparados de sus gónadas al menor estímulo!
Pero aunque Macho reniegue de sus tendencias homosexuales, hay ocasiones en que su máscara pasiva de Deidad Fálica, cuya veneración por parte de otros hombres él asegura no solicitar activamente, se desprende dolorosamente de su rostro y cae al suelo. Esto ocurre cuando se enamora, y la fuente masculina de interés no lo corresponde. Las experiencias de Macho con los miembros de su propio género están usualmente condicionadas a bloquear cualquier tipo de intimidad personal que no sean las puramente eróticas. Por eso sufre, y se confunde intensamente, cuando siente y desea en las áreas que está acostumbrado a considerar como terreno prohibido.
Una solución a sus dilemas no es fácil. Sobre todo considerando que, como en la mayoría de casos similares, está casado y carga en su espalda las obligaciones propias del matrimonio. Para poder sobrevivir, Macho manipula dos juegos diferentes de valores morales. El uso de uno u otro depende de las circunstancias de la vida diaria. Por esa razón, su existencia está llena de engaños y mentiras que le resultan usualmente dañinas, así como a quienes están involucrados con él.

La categoría homosexual a la que pertenece Macho tiene una amplia cantidad de variaciones. En Cuba, en particular, su abundancia es notoria en todos los niveles de la sociedad. No todos adoptan la actitud potencialmente destructiva descrita más arriba. Existen aquellos que se acercan al dilema de una manera más abierta y sofisticada. Todo depende de factores como la sicología, el ambiente social, la educación, y hasta los genes del individuo.
Durante muchos años me sentí atraído hacia el hombre en esta categoría por la fortaleza usual de su carácter. Pero decidí finalmente mantenerlo a raya, con mis dedos cruzados frente a mi rostro en señal de la cruz, debido a la ambigüedad no fiable de su conducta. Sin embargo, no dejo de reconocer la realidad, y además la validez, de esta forma dualista de identidad sexual. Considero que es necesario apoyar el mundo penoso de "unidad y lucha de contrarios" que conlleva esta ambivalencia.

El dualismo de Macho, y el experimentado de una manera no tan simplista por otros, es una vivencia compleja debido a la diversificación de identidad sexual que éste conlleva. Pero el aspecto multifacético del amor homosexual es casi siempre raquítico en ellos. Y se debe a que éstos se fijan en el rol heterosexual en última instancia. La energía se concentra fundamentalmente en las obligaciones que este rol demanda. Éstas son abundantes y complicadas, pero el sacrificio es mucho mejor compensado por el conglomerado heterosexual mayoritario que rige la sociedad. La parte homosexual, de quien tiene una identidad dual, queda relegada principalmente a la satisfacción homoerótica. El toque femenino, la gracia Gladiolesca que lo puede enriquecer espiritualmente, languidece hasta extinguirse completamente con el tiempo.

He hecho las pases con quien represento como el arquetipo de Macho. Cultivamos una amistad basada en el respeto y la comprensión mutuas. Individuos como él me han apoyado ocasionalmente en el transcurso de mi vida, a menudo de manera vital. 
También forma parte de mí aquello que es frecuentemente representativo de Macho: raciocinio y valor. Y por supuesto, la testosterona que me proporciona fuerza y destreza suficiente para afrontar los rigores cotidianos.
El problema de Macho como individuo, o lo que sus cualidades representan en la psiquis del hombre que ama al de su mismo género, es la tendencia a desestimar o evitar el aspecto emocional del asunto. Quizás esto se deba a la vergüenza instigada por los tabues sociales, al miedo a ser excluído de la sociedad que necesita abrazar, y al disgusto consigo mismo por sentir de ese modo; es decir, a su propia homofobia. Estos sentimientos, unidos a la actitud y el comportamiento que generan, pueden llegar a paralizar o distorsionar el desarrollo saludable de su identidad sexual. Por eso, a pesar del carácter protectivo y firme de Macho, y de lo beneficioso de su racionalidad, me identifico más con la personalidad de Gladiolo. Macho, gracias por la seguridad y el apoyo incondicional que brindas frecuentemente. Quizás sea mucho pedir, pero deja brotar más - y florecer - al Gladiolo escondido en ti.