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17 de octubre de 2018

Artículo 68 de la propuesta Constitución cubana y el escrito de José Gabriel Barrenechea en CUBAENCUENTRO


por José Gabriel Berrenechea

Estoy informado, pero en realidad desconozco en profundidad la labor literaria, periodística, así como el activismo social y político del señor Berrenechea. Aún así, en cuanto a este escrito en particular, deseo destacar el carácter deshonesto, mezquino y manipulativo que contiene en buena medida.

Dos temas captaron enseguida mi atención: 

Primero, en cuanto a los criterios expuestos en su escrito, el señor Berrenechea se vende así mismo como alguien cuya motivación no está influenciada por creencias religiosas. Tan es así que casi deja entrever un matiz ateísta en su pensamiento.
Sin embargo, en Árbol Invertido, revista cultural cubana independiente, vemos que él se presenta como Licenciado en Física. Graduado del Curso de Formación Literaria del Centro Onelio Jorge Cardoso y de Educación Sociopolítica por el Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia "San Agustín", de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir... 
A pesar de la verbosidad encubridora, su discursar exuda el acostumbrado dualismo del catolicismo anquilosado: sentimientos positivos y retrógrados que se confunden y conviven armoniosamente. ¿No es vergonzoso esa técnica de capa y espada utilizada para lograr un objetivo divisivo? ¡Claro que no... los valores del Altísimo primero! ¿Verdad? Aunque sea a costa de los métodos del Bajísimo.

Segundo, la ignorancia del señor Berrenechea en cuanto a los miembros de la comunidad LGBTQ raya en lo pueril. Nos llama "el sector sexo diverso" (ni tan siquiera "el sector social sexo diverso"), recalcando de este modo el aspecto sexual y olvidando lo demás en su clasificación. Nuestra variedad no existe como un sector sexual, sino como complejos grupos humanos que están diseminados en todas las razas, clases sociales, niveles educacionales, credos religiosos, profesiones, arte y ciencia, posturas ideológicas y políticas, etc. en múltiples culturas y sociedades. Y como tal, como consecuencia de esa fragmentación interna y externa, nuestra fuerza y unidad es limitada. Por ese motivo, nuestra protección no es un favor, es una obligación del estado, fuere éste cual fuere. Con su simplismo político en este sentido, el señor Berrenechea minimiza nuestra singularidad e importancia humana. Sobre todo, como él dice, cuando los derechos de ese mínimo y menos importante "sector sexo diverso" se contrapone a los intereses y valores más vitales de la sociedad en general. ¿No nos recuerda, esa línea minimizante de pensamiento, el razonamiento nazi con respecto a otros grupos humanos durante la Segunda Guerra Mundial; o los presentes genocidios en diversas partes del mundo?

El punto esencial para rechazar la propuesta Constitución, por parte de señor Barrenechea, su verdadero afán hipócrita de dislocación está dirigido al artículo 68. Éste trata aspectos de igualdad de género, matrimonio y familia. Estos son importantes para la comunidad LGBTQ porque, aunque incompleto en su alcance, el derecho al matrimonio por parte de las parejas de un mismo sexo es tomado en cuenta. Algo que es inaceptable para la Iglesia Católica, así como otras instituciones religiosas que se consideran abanderadas del concepto de la familia. Deduzco, basado en sus conexiones para lograr estudiar a distancia lo que estudió, que el autor es en realidad un portavoz sancionado o no de ellas.
La "preocupación" del señor Barrenechea por "el sector sexo diverso", y el destino de sus derechos cuando el régimen en Cuba cambie, según él, lo lleva a terminar su escrito con amonestaciones abiertas y amenazas veladas. Sugiere que los nuevos ostentadores del poder, irritados por el voto favorable emitido anteriormente por "el sector sexo diverso" podrían justificar el descuido u oposición a reformas en favor de ellos: "¡No votaron antes, pues ahora que se jodan!"

¡Ay, José Gabriel, chico! ¿Por qué no te vas pa'l carajo, anda?

¡FOCO, VOTEN POR EL ARTÍCULO 68! 
¿Quién se ha preocupado por nosotros, coño?