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28 de mayo de 2007

Flor de Gladiolo: Significado, Simbolismo y Sonido.



Los mortificadores de Gladiolo nunca pensaron darle valía, en lo absoluto, cuando intentaban atormentarla con ese apodo. Sin embargo, buscando el significado y el simbolismo de la palabra, descubrí que fue exactamente eso lo que lograron con ello. 

El nombre gladiolo se deriva de la palabra latina gladius, que significa espada, por la forma acuchillada de las hojas de esta flor. Ésa es la razón por la cual representaba a los gladiadores romanos. Otro nombre antiguo para el gladiolo fue xiphium, de la palabra griega xiphos, también significando espada. El gladiolo africano se importó mucho a Europa, desde África del Sur, durante el siglo XVIII. 
Antes de que el gladiolo africano se hiciera popular allí, las flores de los gladiolos mediterráneos y británicos fueron usadas para tratar dolencias físicas. Los ingleses usaban la base del tallo de la flor del gladiolo (la raíz tuberosa) como una cataplasma para sacar espinas y astillas. La raíz tuberosa pulverizada, y mezclada con leche de cabra, era también usada normalmente para aliviar los síntomas de cólico. 
La flor de los nacidos en el mes de agosto, el gladiolo, significa fuerza de carácter. Enviar un ramillete de estas flores, a alguien cuya personalidad usted admira, es un regalo magnífico. Gladiolo también significa los recuerdos, y podría expresar enamoramiento al decirle al receptor que él, o ella, agujerean su corazón como una espada. 
Buscando música temática para esta bitácora, encontré una pieza musical con el título de Gladiolus Rag, del compositor afroamericano Scott Joplin (1867-68 a 1917). La encuadernación de la partitura para piano de Gladiolus Rag podría volverse icónica por su imagen gay (juguetona, según la acepción inglesa). Haga clic en el siguiente enlace (formato PDF) para navegar a un archivo con las hojas de música de Gladiolus Rag, el cual puede imprimir si lo desea. Desearía que alguien hiciera un arreglo cubanizado de esta partitura, para convertirla en un tema musical que reflejare el aspecto humoroso y jacarandoso del homosexual cubano.

A continuación, Gladiolus Rag de Scott Joplin

4 de mayo de 2007

Pelo'e Yegua.


En el brazo izquierdo apoyado sobre la cerca del potrero, el joven campesino descansaba con abandono su cabeza desgreñada. Cerca de él, al otro lado de la empalizada, la yegua de la familia lo miraba dulcemente a través del cerquillo largo de su crin rizada. 

El enamorado acarició suavemente, con su mano derecha fuerte y callosa, el cuello y la cabeza de la bestia amansada. Con el dedo índice, apartó hacía un lado la pelambre cubriendo casi completamente los ojos del animal. Mirándola directamente con expresión lujuriosa, se dirigió a ella en un tono bajo propio de cómplices: ¡te voy a dar pinga esta noche como a ti te gusta, Rosalinda! Un breve resoplido apasionado fue su respuesta. 

Súbitamente, el joven campesino fue empujado hacia un lado con violencia. El batacazo de otra bestia contra la empalizada lo tomó por sorpresa, concentrado como estaba en su fantasía erótica nocturna. Había olvidado completamente que tenía un rival en el potrero: el alazán nuevo de su hermano Pedro. 

Desde el suelo, adonde había ido a parar de golpe, contempló rabioso e impotente como su contrincante montaba y penetraba fácilmente su potranca favorita; cuya placentera y débil resistencia se le hizo marcadamente evidente. Incorporándose de un salto, recogiendo de un manotazo su raído sombrero, el joven campesino giró sobre sus talones. Mientras se alejaba airado y gesticulando violentamente, exclamó con agravio: ¡Yegua puta! 

(Una fantasía bucólica y real muy campesina)

El joven obstinado mantenía gacha su cabeza de cabello largo y crespo. El policía apartó con las tijeras los rizos que cubrían el rostro de éste. Con sonrisa maliciosa, y tono despreciativo, gesticuló hacia el piso y le espetó: ¡Mira como hay pelo’e yegua ahí!
Esa noche de sábado había comenzado como cualquier otro día del verano cubano: cálida y húmeda. La cola en el cine La Rampa daba la vuelta en la esquina de la calle 23, y llegaba más allá de media cuadra en la calle P. Pero la espera valía la pena, porque esa noche comenzaba el evento cinematográfico anual conocido como Marilyn Monroe In Memoriam.
¿Qué importancia podría tener, para la creación del hombre nuevo en Cuba, recordar la caótica vida de la desaparecida actriz norteamericana? Quien sabe, a lo mejor su vida era parte importante del gran complot donde ya se libraba la Batalla de las Ideas. Aunque para ser honesto, el evento cultural era sólo posible gracias, en su opinión, al poder indiscutible entonces de la única Diva Oficial de la Revolución, Alfredo Guevara, director del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica. Cualquiera fuese la razón de su celebración, Marilyn era importante para el joven sólo por ser una fuente agradable de entretenimiento. Una oportunidad de avizorar otros paisajes, diferentes ideas, emociones; y para que mentir, ¡hombres hermosos! Tenía que admitirlo, los imperialistas lo habían penetrado fácilmente, con su profesionalismo para entretener, desde hacía mucho tiempo.
La cola comenzó a avanzar lentamente. ¡Qué alivio, pronto estaría sentado cómodamente con aire acondicionado! El joven obstinado no vio el carro de la policía hasta que estuvo apareado casi a su lado. Con el rabo del ojo, y tratando de pasar inadvertido, observó como el oficial en el asiento del pasajero paseaba su vista a lo largo de la fila que avanzaba. Sin saber por qué sintió que estaba en peligro. Desde hacía varios años un sentimiento de culpa lo embargaba sin razón aparente. Los líderes de la Revolución desde sus posiciones de ingenieros sociales habían determinado que la condición humana era inapropiada para la construcción del Socialismo, por lo tanto había que reducirla forzosamente al molde homogéneo del Hombre Nuevo. Un hombre más simple, no tan complicado ni tan lleno de aspiraciones y opiniones; fácil de moldear y dirigir hacia las metas grandiosas de sus maestros. Él, por el contrario, era tan defectuoso, complejo; y además, maricón.
Dos hombres en diferentes partes de la cola, llamados por el oficial para identificarse, les fueron ordenados sentarse en el asiento trasero después de retenerles los carnés de identidad. Unos segundos más tarde, el joven terco sintió sobre él la mirada fría del policía. Meneando repetidamente su dedo índice como la cola de un perro, éste le dijo perentoriamente, -“Ciudadano, acérquese aquí”. ¡Oh, oh! ¿Ciudadano y no compañero?, pensó nerviosamente el compañero descalificado. Más rostros asustados, brazos y piernas agolpados como quiera en la parte posterior del auto fueron transportados sin explicación alguna hasta una estación de la Policía Nacional en Centro Habana unos minuto más tarde. Eran aproximadamente las nueve de la noche y ya había en el lugar un pequeño grupo de jóvenes dirigiendo miradas nerviosas a su alrededor.
Las horas comenzaron a pasar, y durante ese tiempo más hombres fueron traídos al vestíbulo del edificio al parecer de diferentes lugares de la ciudad. La única cosa en común entre ellos era el uso del pelo largo. Una explicación, o quizás una arenga revolucionaria acerca de las modas decadentes del capitalismo eran de esperar. Pasada la medianoche, el oficial de guardia empezó a llamar al primer grupo de individuos que serían llevados al interior del edificio. Al menos el final de esta situación incómoda estaba ya cerca, ¿o no? Al poco rato, los primeros en ser llamados comenzaron a salir silenciosamente al vestíbulo uno tras otro para desaparecer a través de la puerta de entrada del edificio en la oscuridad de la noche, después de recoger sus carnés de identidad. La cabeza de cada uno de estos individuos estaba coronada con mechones de pelos irregulares resultado de un corte burdo del cabello. El joven obstinado no podía dar crédito a sus ojos. No podía creer que estuviera siendo testigo, y posiblemente víctima, de tal violación del espacio personal de un adulto. Con solo pocos años de edad al triunfo de la Revolución Fidelista, limitaciones a la libertad personal habían llegado paulatinamente hasta él en un proceso explicado como normal debido a la batalla contra las clases explotadoras del país y sus aliados externos, las fuerzas imperialistas determinadas a destruir la nación. Que el pelo largo de un hombre pudiera afectar la unidad y la seguridad nacional no tenía sentido alguno para él. Pero quienes han crecido en un ambiente político donde el abuso de autoridad es la norma, ser pasivo es una cualidad invaluable para sobrevivir que se aprende desde temprano. Rebelarse no es bueno para la salud, dictaba la sabiduría popular. Sobre todo si implicaba cuestionar la motivación ideológica de la Revolución al comandar, no importaba cuán absurda o abusiva la orden.
Por ese motivo, cuando el joven obstinado se viró hacia la persona sentada a su derecha en el banco para explicarle que no iba a salir esa noche de allí porque iba a protestar su detención ilegal, y que por favor apuntara el teléfono de un vecino de sus padres para reportarles lo acontecido, no pudo tampoco dar crédito a lo articulado por su boca. Poco tiempo después oyó su nombre y se dirigió hacia dos policías que desde la base de la escalinata central del vestíbulo le hacían señas de acercarse. – Vamos al piso de arriba, ordenó el más viejo. - ¿Al piso de arriba…a qué? - No te hagas el tonto, a que va a ser chico, ¡a pelarte! – Un montón de sensaciones desagradables invadieron el cuerpo del joven, mientras un remolino de ideas trataba de organizarse en su mente para poder argumentar razonablemente y con calma. – ¿Y qué ley o parte de la constitución, me pudieran explicar, los autoriza a ustedes a pelarme forzadamente? Éste razonamiento no cayó bien con ellos, que solo lo interpretaron como un desafío a la autoridad. – ¡Aquí la ley somos nosotros!, fue la respuesta seca. Y ambos le agarraron los brazos y empezaron a arrastrarlo hacia la escalera.
Asustado pero resuelto, el joven obstinado continuaba sorteando en su mente el remolino de ideas que giraba como la Rueda de la Fortuna de un programa televisivo. El contacto físico de las manos de los policías en la piel de sus brazos fue el interruptor de ese proceso. El torbellino mental paró y la flecha indicadora señaló en la rueda de ideas la única acción posible para reafirmar su dignidad personal y a la vez evitar cualquier violencia que justificara represalia física y legal en su contra: resistencia pasiva. Con una habilidad desconocida por él hasta entonces, pudo desconectar su cerebro de la acción motora de sus músculos, desplomándose inmediatamente así al piso. Su cuerpo flácido colgaba de las manos de los policías asombrados, que lo halaban vanamente hacía arriba para obligarlo a incorporarse. – ¡Vamos comemierda, párate! – Déjenme hablar con el jefe de la estación. – El jefe no se encuentra, vamos, ¡párate! Maldiciones e insultos comenzaron a oírse cuando más policías comenzaron a agruparse alrededor. – Agárrenlo por los pies y los brazos para subirlo al segundo piso, una voz ordenó.
Así cargado fue llevado hasta un cuarto donde fue sentado en una silla de barbero improvisada. El joven obstinado mantenía gacha su cabeza de cabello largo y crespo. El policía apartó con las tijeras los rizos que cubrían el rostro de éste. Con sonrisa maliciosa y tono despreciativo gesticuló hacia abajo y le espetó: ¡Mira como hay pelo’e yegua en el piso! Alguien impuso silencio y ordenó que lo empezaran a pelar. Mientras los bucles brillosos de su cabello castaño caían en su regazo, el joven empezó a hablar con tranquilidad forzada. – Ustedes saben que cuando la Revolución triunfó, unas de las primeras medidas que tomó fue erradicar del país la represión de los esbirros. Pues bien, ése es precisamente el papel jugado por ustedes ahora, el de esbirros represivos. Silencio absoluto. Algunos de los presentes comenzaron a alejarse calladamente del lugar.
Una vez terminado el pelado el policía funcionando como barbero le ordenó levantarse e irse. Pero el joven obstinado no se movió del lugar, y volvió a preguntar por el jefe del lugar. En respuesta fue levantado en vilo del asiento, cargado descuidadamente ésta vez escaleras abajo hasta el patio, y dejado caer en el suelo al lado de un grifo de agua. Los policías que habían estado con él desde un principio pusieron su cabeza debajo del chorro de agua corriente durante un rato. Pero al no obtener reacción alguna, comenzaron a echarle agua con una vasija, primero adentro de un oído, y después, con un movimiento violento de los brazos, forzadamente adentro de las fosas nasales.
En la distancia, la silueta oscurecida de personas inquietas se dibujaba en el umbral de la puerta que comunicaba con el patio. Una figura alta y delgada se desprendió del grupo para acercarse al trío en la esquina donde el agua corría todavía del grifo. – Paren eso y llévenselo a la celda número uno, ordenó. Obedeciendo instantáneamente, los esbirros levantaron al rebelde con cuidado y lo depositaron en el lugar indicado. Solo ahora, con algunos rasguños y todo mojado de la cintura para arriba, el joven obstinado temblaba, no de frío sino de ira y miedo, en el piso del pequeño cubículo enrejado. Cerró los ojos un momento y al abrirlos de nuevo advirtió, al otro lado de la reja, la figura conocida que había detenido el método acuoso de quebrantarlo. – Me han dicho que querías hablar conmigo, yo soy el jefe de la estación. Después de tantas humillaciones, el joven era ya no sólo terco sino también incrédulo. - ¿A esta altura vienes con el cuento de que eres el jefe? – No te creo. - ¿Y qué vas a hacer, seguir tirado ahí en el suelo? Al no obtener respuesta, su interlocutor dio media vuelta y se retiró.
Unos minutos más tarde, el ruido de un automóvil en el patio cogió la atención del joven tirado todavía en el piso. Un policía abrió la reja de la celda, dos más entraron en ella y agarrando al joven, por los pies y los brazos, lo llevaron hasta un vehículo en espera. A través de una puerta abierta fue introducido en la parte trasera y colocado en el asiento. Con un esbirro a su lado, y el chofer con su acompañante al frente, el joven sintió cuando el carro comenzó a moverse. Unas puertas metálicas al fondo del patio chirriaron al ser abiertas para dar paso al vehículo que se escurrió rápidamente en la calle adyacente al edificio policial. El ruido de las puertas al cerrarse detrás de él actuó en su cerebro como un interruptor que lo conectó de nuevo a la acción motora de los músculos de su cuerpo. Inmediatamente se incorporó en el asiento y adoptó la posición de un pasajero normal. Los otros ocupantes del vehículo lo miraron asombrados, pero no dijeron ni una palabra. Una calma intranquila reinaba en el interior del carro. En la mente del joven obstinado e incrédulo, las ideas comenzaron a girar aceleradamente de nuevo. - ¿Adónde me llevan, qué va a pasar ahora? Para su tranquilidad, la respuesta no demoró mucho en llegar. Nos dirigimos a un hospital cercano, aclaró voluntariamente el jefe del grupo que parecía adivinarle el pensamiento. Y efectivamente, unas cuadras más adelante el hospital en la Avenida de Carlos III se delineó en la distancia.
El chofer maniobró el vehículo y lo parqueó enfrente de la Sala de Emergencias. Todos caminaron hacia su interior y, una vez adentro, la presencia del médico de guardia fue requerida. El doctor, al parecer un estudiante o graduado reciente preguntó con amabilidad en que podíamos ayudarlo. – Necesitamos una declaración médica que atestigüe que el ciudadano no ha sido golpeado. La expresión amable en la cara del médico cambió inmediatamente por una de seriedad. – Necesito hacer un examen médico y hablar en privado con el compañero.
Una vez a solas con el doctor, el joven le narró brevemente lo acontecido durante esa noche, mientras éste lo examinaba y lo interrumpía con diferentes preguntas. Al final, el médico garabateo un corto reporte que, de vuelta adonde estaban los policías, dejó caer en el buró frente a ellos sin decir palabra. El jefe del grupo agarró el papel, y poniéndolo enfrente de la cara del joven obstinado le dijo fríamente, mientras golpeaba con el dedo índice de la otra mano la superficie del papel. - ¡Aquí dice que nosotros no te hemos torturado! ¡Si al salir de aquí te lanzas frente a un autobús, nosotros no somos responsables! – No pierdan cuidado, no me voy a lanzar frente a ningún autobús. ¿Me puedo retirar? – Si puede. – Bien, entonces, ¡buenas noches!
Al salir por la puerta de entrada de la Sala de Emergencias, la brisa fresca de la madrugada acarició el rostro del joven obstinado. Un leve escalofrío recorrió su cuerpo cubierto todavía con la ropa húmeda. Caminando las calles solitarias de la ciudad hacia su hogar distante, tuvo tiempo suficiente para reflexionar sobre lo sucedido. Y se sintió orgulloso de su capacidad para resistir el abuso de poder. Esa noche de aprendizaje fue definitivamente la primera vez que experimentó por sí mismo como la valía y el respeto a la dignidad inherente en cada ser humano también aplicaba a su orientación homosexual.


EPÍLOGO


Aparte de la introducción ficticia de esta narración, que ilustra el primitivismo social de un amplio sector del aparato represivo utilizado por el régimen, los acontecimientos de esta historia le ocurrieron en realidad al autor de esta bitácora, y no terminaron en esa noche desafortunada. Al siguiente lunes, solicité una reunión con las organizaciones sindicales y políticas de mi centro de trabajo para denunciar el incidente. Se me prestó atención y se tomó nota de lo ocurrido; y aunque nunca supe que pasó con mi denuncia, el teniente a cargo de la estación de policía donde estuve detenido intentó intimidarme en dos ocasiones haciendo uso de terceros.

31 de marzo de 2007

¿Batalla de las Ideas o Manipulación de los Derechos del Cubano Homosexual?



Décadas antes de que en el mundo cibernético apareciera la realidad virtual, ésta fue inventada por la élite dirigente de los países del desaparecido Campo Socialista, quien se esforzó inútilmente en darle forma durante muchos años. Después de violar o ignorar, innumerables veces, las propias leyes marxistas que decían inspirarla, esa realidad virtual socialista se desmoronó en un abrir y cerrar de ojos de sus asombrados amigos y enemigos. Tal como una computadora falla por el uso de malos programas, y el abuso de sus recursos de disco duro y memoria procesadora; así ocurrió también con la economía y el aparato político, social y cultural de esas sociedades virtuales basadas en la idealidad. ¡Qué irónico que la visión de esos dirigentes, fundamentada supuestamente en principios materialistas, se haya apoyado completamente - para justificar su existencia - no en las realidades de la vida cotidiana, sino en el área subjetiva, donde todo es posible, de los ideales humanos!
El idealismo ideológico, y su manifestación política y económica como forma de gobierno, no perjudica a nadie cuando es practicado en un juego cibernético como Sim City. En él un líder (el jugador principal) con poder absoluto crea, manipula a su antojo y hasta destruye en frustración, ciudades y regiones habitadas ensambladas por él. Ahora bien, aquel que lo haya jugado sabe que, a pesar de su omnipresente capacidad para hacer y deshacer, el líder de cualquiera de estas ciudades artificiales tiene que seguir ciertas reglas básicas de gobierno administrativo y político al aplicar medidas específicas. Tiene que tomar en cuenta cuán bien esas medidas funcionan en relación a otras necesidades de la ciudad o región creada. Claro, ésto si su verdadera motivación es traer prosperidad y equilibrio social general, y no solo satisfacer su egotismo ideológico, y sus necesidades políticas inmediatas. Si el líder ficticio, de la ciudad virtual, hace caso omiso de las necesidades de la base social en que se sustenta, fracasa en su empeño y se hunde inevitablemente con ella más tarde o más temprano.
Existe actualmente en nuestra querida isla dos Cubas: una Cuba real, compleja, contradictoria, inteligente, confundida, rica en matices, artificialmente pobre en recursos y habitada por individuos despojados de sus libertades individuales, ¡valga la contradicción!, en nombre de la unidad y la supervivencia nacional; y otra Cuba virtual, lineal, sin contradicciones toleradas, esclarecida hasta el punto de la ceguera, sin matices, tapadamente rica en recursos, y habitada por una élite narcisista que lo sabe y decide todo en nombre de la unidad y la supervivencia nacional. Los habitantes de esta última Cuba viven una vida especial que, según ellos, no es privilegiada sino apropiada a su autoproclamado papel de vanguardia social. La suya es una vida paralela mayormente desconocida en el mundo del cubano real. Para quien no hay medios de expresión independientes que reflejen el modo de vida y los manejos del cubano virtual. Por lo tanto, la impunidad de éste último es completa.
En esa realidad virtual, creada por ellos y para ellos (a pesar de afirmarse lo contrario), hay acceso a bienes materiales en abundancia, así como a información y medios de comunicación. Y para los que están cerca del poder central existe incluso cierta libertad expresiva que es inimaginable para los súbditos del sistema cuasi monárquico cubano. Porque el totalitarismo socialista cubano no es más que una idealización empeorada, que han hecho sus dirigentes más altos, del viejo sistema de gobierno monárquico constitucional. ¿Un ejemplo de esa libertad expresiva disfrutada por algunos de los cubanos que habitan la Cuba virtual?: los comentarios candorosos de Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional; de Mariela Castro Espín, hija mayor de Raúl Castro y directora del Instituto Nacional de Educación Sexual (CENESEX); y de Abel Prieto, Ministro de Cultura, en la prestigiosa revista dirigida a la intelligentsia estadounidense The New Yorker.
En un artículo del 31 de julio de 2006, escrito por Jon Lee Anderson titulado Castro's Last Battle (La Última Batalla de Castro), el autor explora ligera, pero acertadamente, el acontecer actual de Cuba desde la perspectiva de sus dos mundos: el real y el virtual. Mr. Anderson, un reconocido articulista de esa revista, relata en su sección Carta Desde Cuba, junto al análisis de sus observaciones, sus conversaciones informales con los mencionados funcionarios cubanos. El foco de sus entrevistas con ellos parece no ser controlado por él y, por lo tanto, ni remotamente tocan temas fundamentales. Como son, por ejemplo, el fracaso crónico de la economía nacional debido al bloqueo estadounidense, pero sobre todo a la aplicación de medidas económicas válidas, o completamente erróneas, de una manera errática; o la represión cíclica de disidentes, como líderes laborales, activistas de derechos humanos y periodistas. No, el foco es ajustado para que ilumine el tema de moda ahora en la Cuba virtual: La Batalla de las Ideas.
Aquí es donde oportunamente entra en la arena política el tema controversial del homosexual en la sociedad cubana, como una forma de demostrar el humanismo y el carácter social avanzado de la Revolución. Mariela Castro, en su papel de directora del Instituto Nacional de Educación Sexual (CENESEX) se ha lanzado a la tarea de rescatar la dignidad y la valía del transexual, el transformista y la población cubana homosexual en general desde hace varios meses atrás. Esta iniciativa es, según Mariela, de su propia volición; y sin tener la influencia decisiva de su poderoso padre y de su poderosísimo tío, ha ganando momento en la Asamblea Nacional gracias a que ella ha estado "volviendo loco" con el tema a su presidente, el señor Ricardo Alarcón, según palabras textuales de él. Sin embargo, en otra entrevista radiada por la estación inglesa BBC, en su sección World Service del 16 de Septiembre del 2006, Mariela Castro durante una conversación con su periodista le confiesa a éste un secreto, el secreto del payaso como decimos en Cuba: en una conversación informal con su padre, el presidente temporal del país Raúl Castro, éste le comentó que si ella lograba convencer a Fidel, entonces podría convencer a todo el mundo.
Sean cual fueren las motivaciones, genuinas, políticamente fabricadas, o una combinación de ambas, detrás de este gesto humanitario patrocinado por la señora Mariela Castro, lo que es evidente es la arbitrariedad conque la élite de la realidad virtual cubana encara los asunto del mundo real que ellos comandan. Con tantos problemas sin resolver, desde los medios básicos de subsistencia hasta los asuntos más elevados relacionados a la libertad de expresión, organización social libre y otros propios de una sociedad civilizada, que interés o provecho puede brindarle a una población altamente prejuiciada al respecto, los derechos de una minoría homosexual cuando ellos carecen de otros derechos tan o más importantes e inmediatos.
La imposición desde arriba en la arena pública de un tema tan polémico, del cual la gran mayoría ni tan siquiera quiere hablar, tiene un carácter altamente hipócrita e irreal. Hipócrita porque desconoce el marco social más amplio de los derechos individuales ignorados de la población en general, y en donde se insertan los de la minoría homosexual doblemente oprimida. Irreal porque los promotores de estos cambios a favor de los homosexuales, sea una persona bien intencionada o políticos oportunistas que desean pulir con el asunto la imagen dañada de sus quehaceres políticos, son los que deciden el cómo, dónde, cuándo y cuánto del tema de la homosexualidad se ha de regular para tratar de modificar de manera compulsada la actitud y la conducta de la población al respecto. Esta manera compulsada de gobernar por parte de la élite gobernante cubana es la única constante en el devenir político del país. Esto ha ocurrido demasiadas veces en el pasado como para no aprender la lección. Pasos son dados para liberalizar la sociedad, para más adelante retrocederlos o ignorarlos por completo, en dependencia a la dirección en que soplan los vientos políticos nacionales o internacionales. O de cual facción política tiene más influencia y acceso, de acuerdo a las circunstancias del momento, a los miembros de la monarquía y al círculo íntimo de sus cortesanos. Según la sabiduría popular, el retroceso o rectificación es aquel momento cuando, al virarse la tortilla del quehacer político nacional, aquellos que quedan debajo, junto con sus protegidos sin voz ni voto entónces, reciben el peso hostil de quienes ocupan ahora la superficie en la sarten del cocinero con el poder real.
Por eso hago un llamado de cautela y reflexión por parte de todos los homosexuales, bisexuales, transexuales y transformistas en la Isla y fuera de ella. No nos dejemos engañar y manipular impunemente con promesas nacidas de la nada. Cualquier ayuda ofrecida en beneficio de nuestros derechos humanos como grupo es bienvenida. Pero esta ayuda, de materializarse, no debe confundirse con la subestimación del reconocimiento de los derechos humanos de toda la población cubana, de la cual somos parte integral, en la cual estamos inmersos y de la cual depende, en última instancia, nuestra supervivencia a largo plazo. Aislados esfuerzos culturales educativos como la película Fresas y Chocolate, y la telenovela El lado oscuro de la Luna, o la influencia de una funcionaria importante en la Asamblea Nacional para obtener concesiones favorables, no son suficientes. Es necesaria la participación directa y organizada de los más interesados en la materia, la población homosexual, en un proceso educativo constante desde la base de la sociedad que traiga, paulatinamente, los cambios necesarios en las actitudes sociales negativas al respecto.
El odio contra nosotros es mucho por parte del ignorante. Hemos sido abusados, engañados, discriminados, golpeados y hasta asesinados en muchas ocasiones. Algunas de esas malas experiencias vividas no solo han venido por parte de extraños, sino también de seres queridos como padres, hermanos y "amigos". Queremos ser aceptados, respetados, y sobre todo queridos tal y como somos. Desafortunadamente, muchos escogemos permanecer en la oscuridad por vergüenza de nosotros mismos, y por temor al rechazo y las represalias. Por esa razón, somos muy vulnerables a ser usados por individuos o instituciones sin escrúpulos que ven en nuestras necesidades insatisfechas, en nuestro miedo, y en nuestra aparente debilidad, un recurso del cual sacar provecho por medio de la manipulación de nuestros sentimientos.
Puede que las motivaciones de Mariela Castro Espín sean sinceras. Después de todo, no creo que ella haya sido obligada ha escoger un campo de trabajo tan especial, y con un tema de estudio tan difícil de manejar en la cultura hispana. Ahora bien, no creo en las buenas intenciones de los oficiales de gobierno que representan la realidad virtual cubana. Sus objetivos reales pueden ser, como en muchas otras ocasiones, manipular a través de la prensa mundial liberal a los sectores progresivos que durante años han apoyado material, política y moralmente a la Revolución Cubana. En los últimos tiempos, éstos han cuestionado a sus dirigentes, o le han retirado o condicionado su apoyo debido a los repetidos abusos de derechos humanos cometidos contra los crecientes sectores disidentes del país que exigen cambios reales.
Condecendencia con un pequeño grupo por siempre abusado, subestimado, y erróneamente considerado en su totalidad como una masa amorfa moralmente débil y necesitada de aprobación, puede tener un valor político calculadamente efectista en la opinión internacional progresista. Puede ser algo digno de tomarse en consideración por parte de la élite patriarcal del país, necesitada como está de ese travestismo para encubrir su descolorido y envejecido rostro revolucionario.

Abanderados del pintor cubano Li Dominguez Fong.