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25 de julio de 2022

REALMENTE SOMOS PIONEROS


Destaparse como Trans en la Vejez
Cada vez más, las personas como AJ y Anna están en transición en la mediana edad, pero enfrentan barreras tanto legales como sociales.

por Caitlin Cassidy
fotógrafo Carl Earl
editado y traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal



AJ -"Hubo una liberación"

La primera vez que AJ Brown sintió lluvia en el pecho, después de someterse a una cirugía mayor, sintió que era lo que "estaba destinado a ser". Había tormenta, y eran las 2 de la mañana en el pequeño pueblo costero de Berrara, en Australia. 

Entonces 47 años, AJ llegó a la casa empapado y eufórico, sin estar acostumbrado a no tener que usar fajas en el pecho para darle a su cuerpo una apariencia menos femenina. Asignada como mujer al nacer, AJ solo se había declarado públicamente como no binaria en su mediana edad.

“No puedo explicar la sensación… hubo una liberación”. “Fue como: ‘Dios mío, soy libre, puedo correr desnudo y otras cosas’. Pero luego recuerdas que la sociedad no te ha alcanzado”.


En los medios, la representación de personas que se declaran trans y de género diverso, a menudo se centra en adolescentes y adultos jóvenes. Sin embargo, los jubilados lo están haciendo cada vez más, animados por servicios que no existían en su juventud.

En Australia, es difícil estimar la diversidad de género en la población. El primer censo que proporcionó una opción “otro" fue en 2016. Ese conteo reflejó 1,260 personas con diversidad de sexo y/o género a nivel nacional. Pero se espera que esta información haya sido sustancialmente subestimada, y una investigación más amplia es limitada.


Teddy Cook, director interino de Acon, el proveedor de atención médica a la comunidad LGBTQ +, dice que todos sus servicios están "absolutamente desbordados", con un número mayor de personas afirmando su género a edad avanzada.

“Este es un grupo de personas trans que saben quiénes son desde hace mucho tiempo. Los lugares en que crecieron no eran entornos en los que pudieran ser respetados y afirmados”, dice Cook. “Han sido tratados a lo largo de sus vidas como un género del cual ellos no se sienten parte. Es una experiencia traumática pasar por la vida sin ser entendido. Personas mayores que son trans tienen más probabilidades de sufrir traumas y daños por ser rechazadas, y también de perder mucho más que dinero solamente”.


Antes de que Brown se declarara no binario, luchó con el uso de la ropa y con la experiencia de la pubertad. “Pensaba que vestida de mujer era una travesti”.

Ahora de 54 años, Brown ha estado tomando testosterona durante siete años, y su nivel hormonal es equivalente al de un hombre de 18 años.

Actualmente, Brown es presidente de Trans Pride Australia, una organización creada en 2017 para brindar gran apoyo y recursos a personas que comenzaron su transición tarde en la adultez, y con ello deshacerse también de algunas partes de sus vidas anteriores. 

“Realmente somos pioneros”“Venimos de generaciones que nunca nos sentimos relajados como para aceptarnos a nosotros mismos”.




La pareja de AJ Brown, Anna Pye, vivió una vida australiana de clase media y asistió a una escuela de niños en su adolescencia. Le tomó llegar a los 52 años para comenzar la transición; sin embargo, "los pensamientos siempre estuvieron ahí".

“Para mí, declararme trans a los 15 años, no estaría viva”. “Estoy seguro de que habría sido brutalmente abusado. Incluso a los 40, creo que tampoco hubiera sido posible”.

Cuando Pye se destapó, vivía como un hombre blanco heterosexual, en una relación amorosa heterosexual y con dos hijos. Pero estaba mintiendo, a su pareja y a sí misma.


“Siempre fui Anna, no había elección”. “Cuando llegué a los 52, no fue una elección. Era una cuestión de, tenía que hacerlo o no iba a estar aquí. Desafortunadamente, perdí a mucha gente cuando tomé ese camino”.

Pasaron 12 meses desde que Pye le dijo a su pareja cómo se sentía, hasta que salió por la puerta como mujer. Fue también el mismo día en que sus relaciones terminaron.

Cinco años después, a pesar de someterse a una cirugía mayor: facial, implantes de pechos y algo de liposucción, Pye sigue sin poder cambiar a mujer su marcador de género en Nueva Gales del Sur. “Estuve sobre la mesa durante siete horas y media, me costó cerca de $65,000… Pero tengo que tener una ‘M’ en mi certificado de nacimiento”.


El género se puede cambiar en los documentos federales sin procedimientos anteriores o terapia hormonal. Pero para modificar la documentación estatal, como las licencias de conducir en Nueva Gales del Sur, se necesitan declaraciones legales de dos médicos para confirmar que la persona se ha sometido a una cirugía genital.

Si bien Pye se sometió a un reemplazo hormonal, no se sometió a una cirugía menor, ya que su edad y el costo eran un factor importante.

Anna Pye cree que exigir una cirugía correctiva completa para afirmar el género la hace sentir “inferior a la persona que soy”. Además, es económicamente prohibitiva para muchas mujeres trans. “Solo el anestesista costaba $650 la hora... Me quedé estupefacta”. “Muchas personas no pueden permitirse ese gasto”.




Acon descubrió que las personas trans enfrentan precios que oscilan entre $20,000 y más de $100,000 por cirugías en múltiples sitios del cuerpo.

Teddy Cook cree que centrarse en la intervención quirúrgica, como una forma de afirmar el género, tiene un efecto patológico, particularmente para las personas trans mayores.

“Poder demostrar que eres lo suficientemente mujer, o lo suficientemente hombre, va en gran detrimento de la salud de las personas trans. En particular, las personas que no pueden o no quieren ser esterilizadas”.

“Las barreras que las personas experimentan se tratan realmente de no ser respetadas y afirmadas por quienes ellas son”.


El Dr. Jesse Hooley, académico y activista jubilado, se destapó y realizó la transición dos veces: una a mediados de la década de 1980, y otra a principios de la década de 2000. Hooley fue una figura fundamental en la aprobación de la Ley contra la discriminación de personas transgénero en el parlamento de Nueva Gales del Sur en 1996. 

“La transición es un proceso muy largo y lento. Siempre estamos en el proceso de convertirnos”. “Para algunas personas trans hay desvíos, paralizaciones y hasta reversiones completas. Todo el tiempo, desde la adolescencia hasta la edad adulta, estás sopesando los posibles aspectos negativos del proceso. Esto debido a las consecuencias en términos de pérdida de trabajo, pérdida de carrera, pérdida de amigos, el costo de la cirugía y el trauma de ella.”


Hooley afirma que destaparse, tarde en la vida particularmente, viene con "discriminación, abuso verbal, violencia y rechazo”. A menudo, también depende de cuán bien luce la persona... y si ésta es “aprobada”. “No es fácil pasar por completo a menos que te hayan dado bloqueadores en la pubertad, y ninguno de nosotros tuvo la oportunidad de tenerlos”.

“Ahora es más fácil vivir como una mujer trans. La mayoría de las personas me tratan y se comportan muy bien conmigo. Nuestras luchas por el reconocimiento, así como justicia material y legal son similares a las luchas de otros grupos como las mujeres, los gays y lesbianas, así como las personas con discapacidades. Somos parte de las políticas progresistas.


“Es vital para el florecimiento humano que la persona sea reconocida por lo que es. Somos seres humanos que tenemos necesidades. Somos diferentes a algunos de ustedes, pero hemos luchado durante mucho tiempo para convertirnos en quienes somos”.


Cuando Anna Pye reflexiona sobre su vida desde que se destapó, recuerda nítidamente un momento de alegría desinhibida cuatro meses después de tomar hormonas.

“Bajé unas escaleras… y sentí que mis senos se movían”. “Suena realmente muy tonto, pero para mí fue como ‘Dios mío, puedo sentir el movimiento’… y eso fue muy emocionante para mí”.

“Me avergüenzo del cuerpo. Siento disforia. Pero amo quien soy hoy en día. Ahora, no hay forma de que cambie, porque mi vida es inmensamente diferente desde el día que salí de mi casa como Anna.



“No soy una persona diferente,

 soy más de la persona que debería ser”.



Tomado del periódico The Guardian