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26 de junio de 2007

Una Tacita de Café Cubano con Fantomas*.


"El apetito por la cultura, el prestigio social del artista,
 del intelectual, del escritor ha crecido enormemente.
 Hubo un tiempo cuando los padres pensaban 
que las artes podían convertir sus hijos en 
homosexuales, o sus hijas en mujerzuelas, 
pero ahora todo el mundo quiere 
tener un artista en la familia".

Abel Prieto, Ministro de Cultura de Cuba, en un artículo titulado
"La Última Batalla de Castro" en la revista The New Yorker,
en su edición de julio 31 de 2006.

Fantomas miró hacia afuera a través de la ventanilla del helicóptero por última vez. La silueta de los edificios de la Escuela de Artes Plásticas podía verse en el horizonte. Concebidas por su arquitecto como la quintaesencia del cuerpo femenino, las aulas de Pintura y Escultura formaban un conjunto estilizado de tetas descomunales con diferentes tamaños. Éstas estaban comunicadas entre sí mediante una ramificación de corredores, que imitando la sinuosidad de las trompas de Falopio tenían como punto de confluencia un gran patio central. En el medio de este espacio abierto, una enorme vulva de terracota actuaba como una fuente. Agua nunca brotaba de ella, al parecer para evitar la vulgarización del concepto artístico al convertirla, inadvertidamente, en un bollo meón de proporciones colosales.
Fantomas sonrió con picardía ante la eroticidad de la vista ofrecida desde la perspectiva aérea en que se encontraba. Para él, sólo un pervertido sexual podía concebir algo así. La imagen debió haber despertado en él algún recuerdo erótico, porque comenzó a masajearse instintivamente la entrepierna. Estimulado de ese modo, un abultamiento comenzó a crecerle rápidamente allí. Hizo un esfuerzo mental inútil para quitarse la calentura. Tuvo finalmente éxito cuando apartó la mirada de las construcciones pornográficas cada vez más cercanas a la máquina volante.
La misión asignada a ellos era sencilla. No requería de complejidad táctica alguna en su ejecución. El Comando Central de Operaciones había recibido noticias alarmantes en cuanto al debilitamiento ideológico de los rangos directivos de la Escuela Nacional de Arte (clic para leer sobre lo sucedido posteriormente a estas escuelas). Desconocido para éstos, los acontecimientos en los estratos superiores del gobierno estaban favoreciendo a la facción más radical en la dirección política del país. Unos meses atrás se había creado una comisión para investigar cuán ciertos eran los rumores con respecto a la dirigencia de la renombrada institución artística. El cúmulo de evidencias fue tan abrumador que se hizo imperioso un golpe ejemplar contra los diversionistas ideológicos. La gota final que desbordó la copa de la paciencia de los puristas ideológicos fue una actividad cultural organizada por un grupo de estudiantes en la cafetería central a la hora del desayuno. Ésta fue calificada como una amenaza típica del diversionismo estético burgués. Cubriéndose con el manto de estar promoviendo un evento político de la Juventud Comunista, los confundidos estudiantes habían aprovechado la laxitud de las autoridades responsables para montar un espectáculo altamente decadente. Copiando el tema y los personajes del film francés ¿Quién eres tú, Polly Magoo?, que satirizaba al mundo de las modas capitalistas, los jóvenes sorprendieron gratamente a su audiencia utilizando las mesas de la cafetería como pasarelas donde desfilaron con atuendos absurdos hechos por ellos mismos. Una joven de aspecto andrógino, vistiendo un atuendo minimalista hecho de láminas de aluminio, parodió el manierismo de Polly Magoo, causando risotadas entre los presentes por las muecas y acrobacias que ejecutó sobre las mesas. Toda esta libertad expresiva fue demasiado para el discernimiento de una élite política radicalizada hasta el ridículo. Diezmada, debido a las constantes purgas políticas, de miembros con integridad personal y complejidad intelectual suficiente para apreciar el lado ligero de las cosas.