Artemisa, Cuba - AP
Francisco Pérez Rodríguez tiene un problema con el automóvil, uno que comienza a ser demasiado común para muchos cubanos.
Ha estado reconstruyendo el motor del Moskvich de su suegro, uno de las decenas de miles de autos y otros vehículos que llegaron a Cuba desde sus aliados de la Guerra Fría en el bloque soviético, y luego en Rusia durante el último medio siglo.
Para funcionar, necesita una correa de distribución nueva. Pero Pérez Rodríguez dijo que eso es algo que solo está disponible en estos días en Rusia. Y los vuelos allí se han visto interrumpidos por las sanciones occidentales impuestas después de la invasión rusa de Ucrania.
Las restricciones globales al transporte y el comercio con Rusia plantean un problema especialmente grave para los cubanos, cuyo gobierno socialista vive desde principios de la década de 1960 bajo un embargo impuesto por los Estados Unidos. Gran parte de las flotas de camiones, autobuses, automóviles y tractores de la isla procedían de la lejana Rusia, y ahora están envejeciendo y necesitan repuestos.
Y al igual que los turistas rusos, esas partes ya no llegan.
El transporte en Cuba puede ser difícil en el mejor de los casos. Los autobuses a menudo han escaseado, los camiones de carga a veces se ponen en servicio para los pasajeros rurales. Las calles están llenas de Lada, Niva SUV y Uaz tipo Jeep de fabricación rusa.
Incluso, muchos de los legendarios autos estadounidenses de la década de 1950, que circulan por el paseo marítimo de La Habana, se han modificado a lo largo de los años para usar motores rusos y otras partes.
Las estadísticas cubanas indican que la isla tiene alrededor de 20 000 autos viejos estadounidenses, y unos 80 000 a 100 000 Lada.
“Para los Lada, todo se trae de Rusia. Mucha gente se va a ver afectada”, dijo Pérez Rodríguez, de 57 años, quien opera un taller de tornería en Artemisa, al sureste de La Habana.
Junto con la interrupción de la clave industria turística, y las transacciones financieras con Rusia, “la interrupción del transporte va a ser un problema para Cuba en términos de repuestos”, dijo William LeoGrande, experto en Cuba de la Universidad Americana en Washington, D.C.
“Esto solo hace la vida aún más difícil, incluso si encuentran formas de evitar estas sanciones a Rusia”, dijo. “Va a ser más caro; va a llevar más tiempo, y sólo va a empeorar su situación económica”
La economía de Cuba ya se ha visto afectada por las sanciones más estrictas de Estados Unidos bajo la administración Trump, y por la pandemia de coronavirus.
Manuel Taboada, un taxista de 26 años de La Habana Vieja, ya está preocupado por su propio Lada.
“Ahora con el lío de la guerra, con todo lo que está pasando, va a tener un gran efecto porque no pueden viajar y no pueden traer cosas”, dijo Taboada. “Honestamente, no sabemos cómo terminaremos porque hay partes específicas para este automóvil”.
La escala exacta del problema es difícil de medir porque gran parte del comercio de piezas ocurre en el mercado informal, intercambios entre individuos, dijo Pavel Vidal Alejandro, profesor de economía de la Pontificia Universidad Javeriana en Cali, Colombia. “Los cubanos tienen muchas restricciones para viajar sin visa a otros países, y Rusia es una de las excepciones”.
“Aún con la distancia y el costo que eso implica en términos de viaje, era un mercado del que salían mercancías” tanto para el mercado formal como para los cuentapropistas cubanos, dijo.
A muchos les resultó más fácil obtener las piezas a través de viajes a Florida, donde algunos vendedores se especializaron en importar piezas de automóviles rusos específicamente para personas que viajan hacia y desde Cuba. Ahora, las sanciones sobre los tratos con los bancos rusos y los envíos también complican eso.
“Hay más demanda; ha subido como un 80%”, dijo Roberto Hernández, propietario de MZ Miami, una tienda que vende repuestos para Ladas, así como motocicletas y bicicletas.
Basilio Pérez es uno de los cubanos-estadounidenses en Florida que a menudo regresan a la isla para visitar a la familia, tan a menudo que todavía tiene un viejo Moskvich allí.
Dijo que en los últimos días no ha podido encontrar las piezas que necesita para reparar el mecanismo de dirección del automóvil, ni en Florida ni en Cuba.
“Antes la gente viajaba y podía encontrar piezas. Ahora no hay nada”, dijo Pérez.
De vuelta en Artemisa, Humberto Santana, de 69 años, se presentó en el taller de Pérez Rodríguez con la esperanza de reparar un cigüeñal de su camioneta de fabricación rusa. Pero con eso aparentemente imposible, y sin piezas de repuesto, dijo que en su lugar intentaría encontrar un motor japonés y hacerlo encajar.
“El cubano siempre inventa”, dijo Santana.
Para funcionar, necesita una correa de distribución nueva. Pero Pérez Rodríguez dijo que eso es algo que solo está disponible en estos días en Rusia. Y los vuelos allí se han visto interrumpidos por las sanciones occidentales impuestas después de la invasión rusa de Ucrania.
Las restricciones globales al transporte y el comercio con Rusia plantean un problema especialmente grave para los cubanos, cuyo gobierno socialista vive desde principios de la década de 1960 bajo un embargo impuesto por los Estados Unidos. Gran parte de las flotas de camiones, autobuses, automóviles y tractores de la isla procedían de la lejana Rusia, y ahora están envejeciendo y necesitan repuestos.
Y al igual que los turistas rusos, esas partes ya no llegan.
El transporte en Cuba puede ser difícil en el mejor de los casos. Los autobuses a menudo han escaseado, los camiones de carga a veces se ponen en servicio para los pasajeros rurales. Las calles están llenas de Lada, Niva SUV y Uaz tipo Jeep de fabricación rusa.
Incluso, muchos de los legendarios autos estadounidenses de la década de 1950, que circulan por el paseo marítimo de La Habana, se han modificado a lo largo de los años para usar motores rusos y otras partes.
Las estadísticas cubanas indican que la isla tiene alrededor de 20 000 autos viejos estadounidenses, y unos 80 000 a 100 000 Lada.
“Para los Lada, todo se trae de Rusia. Mucha gente se va a ver afectada”, dijo Pérez Rodríguez, de 57 años, quien opera un taller de tornería en Artemisa, al sureste de La Habana.
Junto con la interrupción de la clave industria turística, y las transacciones financieras con Rusia, “la interrupción del transporte va a ser un problema para Cuba en términos de repuestos”, dijo William LeoGrande, experto en Cuba de la Universidad Americana en Washington, D.C.
“Esto solo hace la vida aún más difícil, incluso si encuentran formas de evitar estas sanciones a Rusia”, dijo. “Va a ser más caro; va a llevar más tiempo, y sólo va a empeorar su situación económica”
La economía de Cuba ya se ha visto afectada por las sanciones más estrictas de Estados Unidos bajo la administración Trump, y por la pandemia de coronavirus.
Manuel Taboada, un taxista de 26 años de La Habana Vieja, ya está preocupado por su propio Lada.
“Ahora con el lío de la guerra, con todo lo que está pasando, va a tener un gran efecto porque no pueden viajar y no pueden traer cosas”, dijo Taboada. “Honestamente, no sabemos cómo terminaremos porque hay partes específicas para este automóvil”.
La escala exacta del problema es difícil de medir porque gran parte del comercio de piezas ocurre en el mercado informal, intercambios entre individuos, dijo Pavel Vidal Alejandro, profesor de economía de la Pontificia Universidad Javeriana en Cali, Colombia. “Los cubanos tienen muchas restricciones para viajar sin visa a otros países, y Rusia es una de las excepciones”.
“Aún con la distancia y el costo que eso implica en términos de viaje, era un mercado del que salían mercancías” tanto para el mercado formal como para los cuentapropistas cubanos, dijo.
A muchos les resultó más fácil obtener las piezas a través de viajes a Florida, donde algunos vendedores se especializaron en importar piezas de automóviles rusos específicamente para personas que viajan hacia y desde Cuba. Ahora, las sanciones sobre los tratos con los bancos rusos y los envíos también complican eso.
“Hay más demanda; ha subido como un 80%”, dijo Roberto Hernández, propietario de MZ Miami, una tienda que vende repuestos para Ladas, así como motocicletas y bicicletas.
Basilio Pérez es uno de los cubanos-estadounidenses en Florida que a menudo regresan a la isla para visitar a la familia, tan a menudo que todavía tiene un viejo Moskvich allí.
Dijo que en los últimos días no ha podido encontrar las piezas que necesita para reparar el mecanismo de dirección del automóvil, ni en Florida ni en Cuba.
“Antes la gente viajaba y podía encontrar piezas. Ahora no hay nada”, dijo Pérez.
De vuelta en Artemisa, Humberto Santana, de 69 años, se presentó en el taller de Pérez Rodríguez con la esperanza de reparar un cigüeñal de su camioneta de fabricación rusa. Pero con eso aparentemente imposible, y sin piezas de repuesto, dijo que en su lugar intentaría encontrar un motor japonés y hacerlo encajar.
“El cubano siempre inventa”, dijo Santana.
Gisela Salomon informó desde Miami.
Las periodistas de AP Milexsy Duran y Andrea Rodríguez
contribuyeron desde La Habana.