Décadas antes de que en el mundo cibernético apareciera la realidad virtual, ésta fue inventada por la élite dirigente de los países del desaparecido Campo Socialista, quien se esforzó inútilmente en darle forma durante muchos años. Después de violar o ignorar, innumerables veces, las propias leyes marxistas que decían inspirarla, esa realidad virtual socialista se desmoronó en un abrir y cerrar de ojos de sus asombrados amigos y enemigos. Tal como una computadora falla por el uso de malos programas, y el abuso de sus recursos de disco duro y memoria procesadora; así ocurrió también con la economía y el aparato político, social y cultural de esas sociedades virtuales basadas en la idealidad. ¡Qué irónico que la visión de esos dirigentes, fundamentada supuestamente en principios materialistas, se haya apoyado completamente - para justificar su existencia - no en las realidades de la vida cotidiana, sino en el área subjetiva, donde todo es posible, de los ideales humanos!
El idealismo ideológico, y su manifestación política y económica como forma de gobierno, no perjudica a nadie cuando es practicado en un juego cibernético como Sim City. En él un líder (el jugador principal) con poder absoluto crea, manipula a su antojo y hasta destruye en frustración, ciudades y regiones habitadas ensambladas por él. Ahora bien, aquel que lo haya jugado sabe que, a pesar de su omnipresente capacidad para hacer y deshacer, el líder de cualquiera de estas ciudades artificiales tiene que seguir ciertas reglas básicas de gobierno administrativo y político al aplicar medidas específicas. Tiene que tomar en cuenta cuán bien esas medidas funcionan en relación a otras necesidades de la ciudad o región creada. Claro, ésto si su verdadera motivación es traer prosperidad y equilibrio social general, y no solo satisfacer su egotismo ideológico, y sus necesidades políticas inmediatas. Si el líder ficticio, de la ciudad virtual, hace caso omiso de las necesidades de la base social en que se sustenta, fracasa en su empeño y se hunde inevitablemente con ella más tarde o más temprano.
Existe actualmente en nuestra querida isla dos Cubas: una Cuba real, compleja, contradictoria, inteligente, confundida, rica en matices, artificialmente pobre en recursos y habitada por individuos despojados de sus libertades individuales, ¡valga la contradicción!, en nombre de la unidad y la supervivencia nacional; y otra Cuba virtual, lineal, sin contradicciones toleradas, esclarecida hasta el punto de la ceguera, sin matices, tapadamente rica en recursos, y habitada por una élite narcisista que lo sabe y decide todo en nombre de la unidad y la supervivencia nacional. Los habitantes de esta última Cuba viven una vida especial que, según ellos, no es privilegiada sino apropiada a su autoproclamado papel de vanguardia social. La suya es una vida paralela mayormente desconocida en el mundo del cubano real. Para quien no hay medios de expresión independientes que reflejen el modo de vida y los manejos del cubano virtual. Por lo tanto, la impunidad de éste último es completa.
En esa realidad virtual, creada por ellos y para ellos (a pesar de afirmarse lo contrario), hay acceso a bienes materiales en abundancia, así como a información y medios de comunicación. Y para los que están cerca del poder central existe incluso cierta libertad expresiva que es inimaginable para los súbditos del sistema cuasi monárquico cubano. Porque el totalitarismo socialista cubano no es más que una idealización empeorada, que han hecho sus dirigentes más altos, del viejo sistema de gobierno monárquico constitucional. ¿Un ejemplo de esa libertad expresiva disfrutada por algunos de los cubanos que habitan la Cuba virtual?: los comentarios candorosos de Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional; de Mariela Castro Espín, hija mayor de Raúl Castro y directora del Instituto Nacional de Educación Sexual (CENESEX); y de Abel Prieto, Ministro de Cultura, en la prestigiosa revista dirigida a la intelligentsia estadounidense The New Yorker.
En un artículo del 31 de julio de 2006, escrito por Jon Lee Anderson titulado Castro's Last Battle (La Última Batalla de Castro), el autor explora ligera, pero acertadamente, el acontecer actual de Cuba desde la perspectiva de sus dos mundos: el real y el virtual. Mr. Anderson, un reconocido articulista de esa revista, relata en su sección Carta Desde Cuba, junto al análisis de sus observaciones, sus conversaciones informales con los mencionados funcionarios cubanos. El foco de sus entrevistas con ellos parece no ser controlado por él y, por lo tanto, ni remotamente tocan temas fundamentales. Como son, por ejemplo, el fracaso crónico de la economía nacional debido al bloqueo estadounidense, pero sobre todo a la aplicación de medidas económicas válidas, o completamente erróneas, de una manera errática; o la represión cíclica de disidentes, como líderes laborales, activistas de derechos humanos y periodistas. No, el foco es ajustado para que ilumine el tema de moda ahora en la Cuba virtual: La Batalla de las Ideas.
Aquí es donde oportunamente entra en la arena política el tema controversial del homosexual en la sociedad cubana, como una forma de demostrar el humanismo y el carácter social avanzado de la Revolución. Mariela Castro, en su papel de directora del Instituto Nacional de Educación Sexual (CENESEX) se ha lanzado a la tarea de rescatar la dignidad y la valía del transexual, el transformista y la población cubana homosexual en general desde hace varios meses atrás. Esta iniciativa es, según Mariela, de su propia volición; y sin tener la influencia decisiva de su poderoso padre y de su poderosísimo tío, ha ganando momento en la Asamblea Nacional gracias a que ella ha estado "volviendo loco" con el tema a su presidente, el señor Ricardo Alarcón, según palabras textuales de él. Sin embargo, en otra entrevista radiada por la estación inglesa BBC, en su sección World Service del 16 de Septiembre del 2006, Mariela Castro durante una conversación con su periodista le confiesa a éste un secreto, el secreto del payaso como decimos en Cuba: en una conversación informal con su padre, el presidente temporal del país Raúl Castro, éste le comentó que si ella lograba convencer a Fidel, entonces podría convencer a todo el mundo.
Sean cual fueren las motivaciones, genuinas, políticamente fabricadas, o una combinación de ambas, detrás de este gesto humanitario patrocinado por la señora Mariela Castro, lo que es evidente es la arbitrariedad conque la élite de la realidad virtual cubana encara los asunto del mundo real que ellos comandan. Con tantos problemas sin resolver, desde los medios básicos de subsistencia hasta los asuntos más elevados relacionados a la libertad de expresión, organización social libre y otros propios de una sociedad civilizada, que interés o provecho puede brindarle a una población altamente prejuiciada al respecto, los derechos de una minoría homosexual cuando ellos carecen de otros derechos tan o más importantes e inmediatos.
La imposición desde arriba en la arena pública de un tema tan polémico, del cual la gran mayoría ni tan siquiera quiere hablar, tiene un carácter altamente hipócrita e irreal. Hipócrita porque desconoce el marco social más amplio de los derechos individuales ignorados de la población en general, y en donde se insertan los de la minoría homosexual doblemente oprimida. Irreal porque los promotores de estos cambios a favor de los homosexuales, sea una persona bien intencionada o políticos oportunistas que desean pulir con el asunto la imagen dañada de sus quehaceres políticos, son los que deciden el cómo, dónde, cuándo y cuánto del tema de la homosexualidad se ha de regular para tratar de modificar de manera compulsada la actitud y la conducta de la población al respecto. Esta manera compulsada de gobernar por parte de la élite gobernante cubana es la única constante en el devenir político del país. Esto ha ocurrido demasiadas veces en el pasado como para no aprender la lección. Pasos son dados para liberalizar la sociedad, para más adelante retrocederlos o ignorarlos por completo, en dependencia a la dirección en que soplan los vientos políticos nacionales o internacionales. O de cual facción política tiene más influencia y acceso, de acuerdo a las circunstancias del momento, a los miembros de la monarquía y al círculo íntimo de sus cortesanos. Según la sabiduría popular, el retroceso o rectificación es aquel momento cuando, al virarse la tortilla del quehacer político nacional, aquellos que quedan debajo, junto con sus protegidos sin voz ni voto entónces, reciben el peso hostil de quienes ocupan ahora la superficie en la sarten del cocinero con el poder real.
Por eso hago un llamado de cautela y reflexión por parte de todos los homosexuales, bisexuales, transexuales y transformistas en la Isla y fuera de ella. No nos dejemos engañar y manipular impunemente con promesas nacidas de la nada. Cualquier ayuda ofrecida en beneficio de nuestros derechos humanos como grupo es bienvenida. Pero esta ayuda, de materializarse, no debe confundirse con la subestimación del reconocimiento de los derechos humanos de toda la población cubana, de la cual somos parte integral, en la cual estamos inmersos y de la cual depende, en última instancia, nuestra supervivencia a largo plazo. Aislados esfuerzos culturales educativos como la película Fresas y Chocolate, y la telenovela El lado oscuro de la Luna, o la influencia de una funcionaria importante en la Asamblea Nacional para obtener concesiones favorables, no son suficientes. Es necesaria la participación directa y organizada de los más interesados en la materia, la población homosexual, en un proceso educativo constante desde la base de la sociedad que traiga, paulatinamente, los cambios necesarios en las actitudes sociales negativas al respecto.
El odio contra nosotros es mucho por parte del ignorante. Hemos sido abusados, engañados, discriminados, golpeados y hasta asesinados en muchas ocasiones. Algunas de esas malas experiencias vividas no solo han venido por parte de extraños, sino también de seres queridos como padres, hermanos y "amigos". Queremos ser aceptados, respetados, y sobre todo queridos tal y como somos. Desafortunadamente, muchos escogemos permanecer en la oscuridad por vergüenza de nosotros mismos, y por temor al rechazo y las represalias. Por esa razón, somos muy vulnerables a ser usados por individuos o instituciones sin escrúpulos que ven en nuestras necesidades insatisfechas, en nuestro miedo, y en nuestra aparente debilidad, un recurso del cual sacar provecho por medio de la manipulación de nuestros sentimientos.
Puede que las motivaciones de Mariela Castro Espín sean sinceras. Después de todo, no creo que ella haya sido obligada ha escoger un campo de trabajo tan especial, y con un tema de estudio tan difícil de manejar en la cultura hispana. Ahora bien, no creo en las buenas intenciones de los oficiales de gobierno que representan la realidad virtual cubana. Sus objetivos reales pueden ser, como en muchas otras ocasiones, manipular a través de la prensa mundial liberal a los sectores progresivos que durante años han apoyado material, política y moralmente a la Revolución Cubana. En los últimos tiempos, éstos han cuestionado a sus dirigentes, o le han retirado o condicionado su apoyo debido a los repetidos abusos de derechos humanos cometidos contra los crecientes sectores disidentes del país que exigen cambios reales.
Condecendencia con un pequeño grupo por siempre abusado, subestimado, y erróneamente considerado en su totalidad como una masa amorfa moralmente débil y necesitada de aprobación, puede tener un valor político calculadamente efectista en la opinión internacional progresista. Puede ser algo digno de tomarse en consideración por parte de la élite patriarcal del país, necesitada como está de ese travestismo para encubrir su descolorido y envejecido rostro revolucionario.
Abanderados del pintor cubano Li Dominguez Fong.