Los lectores de Gladiolo Soy debieran darse un paseíto, de vez en cuando, por Rincón de Neón. Algunos de los artículos de Tom Moon, publicados allí en español – gracias a la labor cuidadosa, supervisada por mí, de Gladiolo – son de interés y provecho universal.
Este trabajo en particular – Tres Ideas Malas – lo publico nuevamente aquí porque considero que las ideas centrales, manifestadas escueta pero brillantemente por Tom Moon, pueden ser útiles para muchos. Y no solo para individuos, sino también para instituciones, e inclusive gobiernos. Estos pudieran ajustar el lenguaje, la estructura, y el ordenamiento de los conceptos presentes en el mensaje, de acuerdo a sus proyecciones particulares.
Por último, para ser honesto, no pude dejar de pensar en mis compatriotas cubanos después de leerlo varias veces. Somos generalmente un conglomerado humano muy inteligente, muy creativo, muy patriótico, muy apasionado, pero desafortunadamente, también muy disfuncional.
A continuación:
Tres Ideas Malas
Tom Moon, MFT, 2009
La mayor parte de nosotros creemos que el dolor en nuestras vidas es causado por los acontecimientos malos en ellas: nuestros fracasos, las pérdidas, las traiciones y las desilusiones. Pero una revelación fundamental de la terapia cognoscitiva es que, a un grado sorprendente, nuestro sufrimiento es el resultado no de acontecimientos en sí mismos, sino de nuestras ideas acerca de esos acontecimientos. Hace más de cincuenta años, el Dr. Albert Ellis, uno de los fundadores de la terapia cognoscitiva, identificó tres creencias centrales que él creyó estaban detrás de la mayor parte de los sufrimientos innecesarios que vio en su oficina de psicoterapia. Estas creencias son:
- "Absolutamente, debo ser completamente competente, adecuado, realizado y adorado siempre; y si no, soy un incompetente, una persona sin valor." La realidad de que todos somos imperfectos y falibles, de que fallamos inevitablemente y cometemos errores, es demasiado amenazante de conceder por el perfeccionista. La persona atrapada en esta creencia teme que, si cualquiera de sus imperfecciones es notada, será expuesta como alguien sin valor e indigna de ser amada. Un corolario, al objetivo poco realista del perfeccionista, es la idea de que debemos tener control completo y perfecto sobre todo lo que sucede en nuestras vidas; en vez de reconocer que el mundo está lleno de accidentes y sorpresas, y que podemos todavía disfrutar de la vida a pesar de su imprevisibilidad. Las creencias del perfeccionista llevan inevitablemente a sentimientos de ansiedad, de pánico, de depresión, de desesperación, y de inutilidad. Algunas personas tratan de “especializarse” en un área de perfección para reducir el número de áreas de la vida que ellos tienen que dominar, con la esperanza de que si tienen una clase específica de perfección, todas las cosas buenas en la vida vendrán. Un ejemplo común de esto, entre algunos hombres gais, es la persecución implacable del cuerpo absolutamente perfecto y tonificado en el gimnasio; un objetivo basado en la creencia de que si soy un coño bien sabroso, también seré adorado completamente. Desafortunadamente, atracción sexual y amor son cosas diferentes, y ser objetivo de lujuria no garantiza de manera alguna que seamos respetados ni adorados. La persecución de un cuerpo perfecto es una de los fundamentos más poco fiables para lograr amor propio. Aún el cuerpo más perfecto solamente puede mantenerse así por un rato, porque todos los cuerpos se enferman, envejecen, y mueren.
- "Las personas significativas en mi vida, siempre deben tratarme absolutamente de manera bondadosa y justa, de otro modo no las puedo tolerar; y son personas malas, podridas y diabólicas que deben ser culpadas y condenadas severamente, y castigadas vengativamente por su tratamiento horrible hacia mí." Esta idea lleva a una dependencia desmesurada, y a un foco pasivo centrado en ser adorado por personas significativas por casi todo lo que uno hace; en vez de concentrarnos en vivir de acuerdo a nuestros propios valores, ganar auto respeto, ser reconocidos por logros verdaderos, y amar en vez de ser amados. Cuando creemos que debemos tener amor incondicional de parte de otros, en vez de aceptar eso, no importa lo que hagamos, algunas personas nos querrán imperfectamente y otras no nos querrán en lo absoluto, somos blancos fáciles para la fantasía de la industria cinematográfica (¡tan popular entre tantas mujeres y hombres gais!) de que todos tenemos un “alma gemela” por ahí, y que cuando lo encontremos, a él o a ella, tendremos todo lo que necesitemos para vivir felizmente por siempre jamás. Paradójicamente, como la demanda de que todos nos adoren incondicionalmente no puede ser cumplida, esto inevitablemente resulta en sentimientos de ira, de rabia, de furia, y de revanchismo que conducen a acciones como peleas, enemistades, guerras y genocidios.
- "Las cosas, y las condiciones, deben ser absolutamente como yo quiero que sean, y nunca deben ser demasiado difíciles ni frustrantes. De otro modo, la vida es atroz, terrible, horrible, catastrófica e intolerable." Un corolario a esta creencia es la idea de que si algo es, o puede ser peligroso o terrible, debemos estar terriblemente trastornados e indefinidamente obsesionados sobre ello; en lugar de entender que estaremos mejor si lo encaramos y lo rendimos en algo no peligroso; o, cuando eso no es posible, aceptamos lo que no podemos cambiar. Otra idea, relacionada a esta creencia, es que evitar es más fácil que encarar las dificultades y las responsabilidades de la vida; en vez de comprender que la llamada manera fácil, la evasión, es generalmente mucho más dura a largo plazo. Una creencia más, muy comúnmente relacionada a esta manera de pensar, es que necesitamos absolutamente a alguien, o a algo, más fuerte o superior que nosotros mismos en que confiar: un líder o gurú que todo lo sabe, o algún “secreto” mágico que despejará todas las frustraciones de la vida. Creer que las cosas siempre deben ir a mi manera lleva a la superstición y al pensamiento mágico; a la baja tolerancia de la frustración, a la autocompasión, a la ira, a la depresión; y a conductas tales como la dilación, la evitación y a la inacción.
Estas tres ideas: debo ser perfecto; debo ser querido siempre; las cosas deben ir siempre a mi manera, son recetas para mantenernos frustrados, infelices, decepcionados, e inmaduros, porque son creencias infantiles. Pero admitámoslo, la mayoría de nosotros no estamos reconciliados con nuestra adultez en un cien por ciento. Sin embargo, en la medida que mantengamos estas creencias nos colocamos en contienda con la vida, y cuando estamos en contienda con la vida siempre perdemos; porque, como un amigo me dijo hace mucho tiempo cuando éramos realmente niños, “Estoy yo, y está el Universo. Y el Universo es más grande.”