Corrían los años medios de la década sexta del siglo veinte, cuando el cubano 1% ataviado en verde olivo – y cuya arrogancia afiebrada de superioridad no lo hacía más capacitado que sus predecesores en levitas negras – arreciaba su acorralamiento del otro 99%.
Eran los tiempos de Pello el Afrokán combatiendo, con “gran audacia”, al grupo musical imperial conocido como los Beatles; de la introducción de su ritmo Mozambique en la Universidad de La Habana “como un muro de contención” contra quienes “estaban invadiendo el mundo sin permiso”. Así lo afirmaba Rafael Lam – para Gramma Internacional en septiembre 25 del año 2000 – en un artículo que apareció también en el sitio AfroCubaWeb.
Esta afirmación bien fundada del señor Lam – acerca del uso beligerante del audio – puede corroborarse con un escrito sobre armas sónicas o ultrasónicas publicado en Wikipedia. Entre otras cosas, en éste se explica que “armas sónicas y ultrasónicas (AUS) son aquellas de diversos tipos que usan el sonido para dañar, incapacitar o matar a un oponente”. Creo posible, ciertamente, que un muro de contención integrado por trompetas atronadoras, bongoes desaforados, y tambores batá ultrasónicos – como el desplegado por Pello el Afrokán con su aparatosa y estridente orquesta – puede causar al ser humano lesiones irreparables. Al menos – teorizo yo – a los tímpanos imperiales desacostumbrados. Ni qué hablar del daño colateral ocasionado – a la capacidad de concentración del enemigo – por tantas caderas, pechos y traseros de bailarinas acompañantes moviéndose rítmicamente frente a ellos. Además, ¿debemos olvidar los beneficios a la situación política interna? ¿De qué otro modo, sino “entusiásticamente”, podían responder los jóvenes de la Universidad de La Habana a las cualidades y encantos musicales
Recuerdo – muy particularmente – el tema lírico de una de las tantas canciones y presentaciones lujuriosas del Pello. Olvidé el nombre, y casi toda la letra, pero no el estribillo que las bailarinas coreaban mientras le lanzaban miradas lascivas e insinuadoras al artista: “… dame tu chocolaaaate… da, da, dadada… dame tu chocolaaaate… da, da, dadada… y bis hasta el infinito.