Serie "ENTRADAS VAPOROSAS" #2
Amelia Funes, la ocurrente tía de mi padre - quien se bañaba en las playas de Nuevitas, hasta tarde en su ancianidad, con un vestido a media pierna - acuño la famosa frase “comida vaporosa”. No es difícil explicar lo que quiso decir. La primera palabra de la frase significaba eso, comida. La segunda, vaporosa, quizás requiera un poco más de abstracción… pero no mucho. Vaporoso es aquello ligero, volátil… en fin, fácil y fugaz. Para ella, la frase expresaba: “voy a cocinar con algo hecho de antemano”. A menudo, el resultado final no era tan vaporoso, si no más bien algo deliciosamente distinto tanto en forma como en sabor.
Una vez insertada en el vocabulario familiar, la frase chispeó aún más la simple pero agraciada existencia de Amelia Funes: la peculiar y chistosa ama de casa, proveniente de un pasado largo ido, en el Alfredo Adán # 614 del reparto camagüeyano La Vigía.
![]() |
Amelia Funes, y su no afortunada hijastra Hortencia Córdova (Yaya). En las casetas de la Playa Santa Rita, Nuevitas, Camagüey . |
SOGUETIS, mi plato vaporoso, también brotó de una necesidad: hambre. La rebambaramba de Covid me agarró con la alacena prácticamente vacía. Como casi todos, inmovilización fue mi respuesta inmediata al reto invisible. Pero el hambre es una sensación/sentimiento más fuerte que el miedo. Este último radica en la intangibilidad de la mente, y dentro de la seguridad del cerebro; mientras que el primero radica en el estómago, donde el revolvimiento y los sonidos no son para nada intangibles… además de ser el órgano que sostiene al cerebro.
Una búsqueda relámpago en el refrigerador, y otros lugares de la cocina, no dio mucho resultado: un caldo con migajas de carne y papas en una olla, vegetales no muy frescos en un estante, y un montón de paquetes de espagueti!... ¡Eureka! ¡Una sopa! Si mi madre podía hacer sus famosas sopas de “nada” en Cuba, yo tenía suficientes ingredientes para también hacer una.
... continúa👇