Sancti Spíritus, Cuba (Especial de SEMlac).
"Tienes que seguir, con la frente muy alta, porque tú eres ante todo un ser humano". Ese fue el consejo de la espirituana Magaly Hermoso Santos, de 43 años, a su hijo Raulito, cuando este fue rechazado por ser homosexual, mientras estudiaba el nivel medio superior. "Hasta entonces, él no había tenido problemas en la escuela. En la primaria nunca recibió rechazo ni de otros niños, ni de los maestros. Raulito se llevaba bien con todo el mundo, siempre ha sido muy sociable, muy conversador", contó a SEMlac Magaly, quien reside en Sancti Spíritus, al centro de la isla.
"Tampoco tuvo problemas en la secundaria porque venía con su mismo grupo de amigos desde muy pequeño. Los conflictos comenzaron cuando ingresó en el tecnológico de contabilidad. Sufrió el maltrato de alumnos y de algunos profesores. Lo empezaron a apartar", detalló.
Magaly Hermoso acudió
varias veces a la escuela, hasta que una situación con un profesor de Educación
Física terminó en problemas mayores.
"Este maestro
humilló a Raulito públicamente, lo botó de su clase. Dijo delante de todos los
alumnos palabras obscenas contra el muchacho y contra mí misma. Incluso,
desafió, fuera de la escuela, al que entonces era mi esposo. Fui a conversar
con la directora y con otras personas. Finalmente, el profesor fue expulsado
del tecnológico", relató.
Para ayudar a enfrentar
situaciones como esas, Magaly Hermoso fue una de las primeras madres que
decidió acompañar a su hijo a las actividades del Centro de orientación para
jóvenes, adolescentes y la familia (COJAV), de su provincia.
"Aquí vengo cada vez
que puedo para respaldar a mi hijo y a sus amigos. A veces, cuando ninguna mamá
está, yo estoy con todos ellos", aseveró.
"Todavía hay
personas en la calle que se creen más bárbaras que nadie y ofenden a los
homosexuales. Ya Raulito no me deja intervenir. Me dice: 'Mami, yo soy como soy
y el que no quiera aceptarme, que no me mire'. Pero a la gente hay que
explicarle que estos muchachos son seres humanos y no merecen ser
maltratados".
Aprendizaje difícil
Aunque las leyes cubanas
vigentes no contemplan sanciones abiertamente homofóbicas, y desde hace varios
años los sectores especializados de la isla han promovido el concepto de la
homosexualidad como una variante más de la sexualidad, la comunidad homosexual
cubana todavía vive bajo la presión, por una cultura machista hegemónica muy
arraigada en la sociedad .
Probablemente por eso, la
vida de Magaly Hermoso comenzó a cambiar cuando su hijo mayor, Raulito, que hoy
ya tiene 21 años, apenas contaba con tres.
"Empezamos a
descubrir que le gustaban mucho las muñecas, y las gangarrias (bisuterías),
como decimos las mujeres. Entonces tratamos de quitarle aquellas inclinaciones.
Le dábamos carritos, porque pensábamos que con 3 años era muy pequeño para
pensar y razonar", rememoró Hermoso.
A medida que fue pasando
el tiempo, ya con cinco años, las preferencias del niño hacia este tipo de
juguetes se acentuaron y, tras varias dificultades con su matrimonio, Hermoso
terminó separándose del padre del pequeño.
"Él empezó a ser un
poco bruto con Raulito", precisó la madre
La reacción del padre de
Raúl no es una novedad. Especialistas, como la psicóloga Patricia Arés, vienen
señalando, desde hace más de una década, que la familia cubana evoluciona hacia
vínculos más flexibles y democráticos, pero reconocen que entre las áreas más
resistentes al cambio están los estereotipos sexistas tradicionales que ubican
a mujeres y hombres en mundos distintos, a veces irreconciliables.
En la misma época en que
decidió su divorcio, Hermoso comenzó a llevar al niño a consultas con
psicólogos en el hospital pediátrico de Sancti Spíritus.
"Allí participaba de
una suerte de terapia de grupo, jugaba en un saloncito con otros niños, y los
especialistas confirmaron que se inclinaba para los juegos de las niñas. Cuando
ya tenía 8 ó 9 años mandaron a buscar a su papá. En aquel momento yo no supe lo
que conversaron porque eso es confidencial, pero él comenzó a ver al niño de
otra manera", dijo Hermoso.
Cuando tuvo a su segundo
hijo, ya esta mujer había roto un matrimonio y había decidido ser un apoyo
permanente para Raulito, ante cualquier circunstancia.
Quizás por eso, hoy
relata con orgullo cómo son las relaciones de los dos hermanos.
"Mi otro hijo es
heterosexual, tiene 17 años y sale a pasear con su novia y su hermano. Van
juntos a fiestas, a discotecas; sus amistades se mezclan y en mi casa siempre
hay muchachos conversando, escuchando música".
Escollos
Hermoso cree que se ha
avanzado bastante en cuanto a la aceptación social hacia la diversidad sexual,
pero aún queda camino por andar.
"De cuando yo tenía
15 años a hoy, que tengo 43, ha habido un cambio fuerte, sobre todo entre los
jóvenes. Pero aún se notan rasgos de intolerancia, por ejemplo, en muchos
centros de trabajo. A veces Raulito ha llegado a un lugar a buscar trabajo y
solo de verlo le han dicho que no", reflexionó esta madre.
Para ella, la
intolerancia y la discriminación se notan más cuando se trata de una lesbiana.
"Es como si ofendiera sólo por su imagen. Conozco muchachitas así, que sus
padres las han rechazado, como si fueran bestias, y han tenido que pedir un
pedacito de cuarto para vivir en casa de otros familiares".
Proyectos de aceptación
hacia la diversidad sexual como el que promueve el Centro Nacional de Educación
Sexual (CENESEX), están encaminados a evitar situaciones como esas.
El CENESEX facilita ayuda
especializada a estas personas, no para corregir su opción sexual, sino para
ayudarles a asumirla, a encontrar la comprensión de la familia, o darle
herramientas para prevenir las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) o el
VIH/sida.
En casos como los de los
transexuales, también se ocupa de hacer las gestiones ante las autoridades para
un cambio de identidad.
Esta posición sobre la
diversidad sexual empieza, poco a poco, a ser introducida en los textos
escolares cubanos, a partir de la enseñanza secundaria, y en la preparación de
los profesionales de los sectores de la educación y la medicina.
Pero, según esta madre
espirituana, no es suficiente: "La televisión y la radio deben ocuparse
con seriedad de estos temas, porque ellos forman conductas en la gente. Hay que
entrevistar a homosexuales, a lesbianas, a transexuales; que cuenten sus
experiencias para que la gente sepa por lo que pasan y aprenda a
respetar", opinó Hermoso.
"Pero el tratamiento
tiene que ser serio. Los homosexuales de la televisión no pueden ser más los
buenos de las telenovelas, ni los personajes sobre los que hacen chistes los
humoristas. Así nunca se va a ganar el respeto", precisó.