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9 de julio de 2020

Dos Brinquitos y un Saltico

 


          
DOS BRINQUITOS (en Londres)
 Y UN SALTICO (a París)
En mi opinión, el valor y disfrute de un viaje consiste en la conexión existente entre la historia y la geografía del lugar visitado. No únicamente en admirar, racional y emocionalmente, las construcciones históricas, o cualquier otro aspecto social y cultural importante; sino también en sentirme físicamente conectado al territorio donde estoy: imaginando a la gente, o a cualquier actividad o eventos de eras pasadas en ese lugar específico. Esa cristalización de la imaginación, del pasado ido en el lugar, no ocurre siempre con la misma viveza… si es que alcanzo a experimentarla. Depende siempre de la variedad e intensidad sensorial que motiva la experiencia... y también de mi estado de ánimo. 
Un ejemplo: cuando viví en Dallas, muchos años atrás, supe de varios lugares en el sur de Texas donde todavía existían huellas de dinosaurios. Visité una zona, particularmente importante, en donde algunas estaban petrificadas en el cauce de un arroyo. Solamente son visibles en períodos de seca, lo cual es muy recurrente en ese estado norteamericano. Estuve observando ensimismado las huellas por un largo rato; tan nítidamente impresas, que sombras de árboles alrededor mío se convirtieron en proyecciones de gigantescos y pacíficos Apatosaurus; indiferentes a mi presencia, mordisqueando arbustos, o bebiendo con sus hocicos hundidos en la corriente de agua.

Esas huellas no han sido valuadas igualmente por todos. Ellas son un testimonio especial de la prehistoria 
que han sido ilegitimadas por grupos religiosos. No estaban protegidas oficialmente y, tristemente, algunas las han arrancado para venderlas. En el camino hacia el sitio, observé que alguien instaló una reproducción del arca de Noé, acompañada de un cartel con un mensaje religioso condenatorio. Quienes construyeron esta otra “evidencia histórica”, debieron haberse inspirado en el trabajo de Max Fleischer, un notable caricaturista y animador norteamericano a principios del siglo XX. Un cartoon suyo tiene el arca y el diluvio universal como tema central. Ese diseño pueril fue la fuente de inspiración, que su constructor utilizó, para argumentar contra la validez de las huellas de los dinosaurios.

Mis antepasados emigraron a Cuba en el siglo XIX, pero no fui el primero en volver a tierras europeas: lo fue mi padre, Oliverio.
Lamentablemente, la historia de su viaje a ese continente estuvo enlazado a un lastimoso incidente ocurrido a nuestra familia semanas antes. El éxodo de cubanos en 1980, por el puerto cubano del Mariel, lo afectó seriamente a causa de mi hermana Xiomara, cuya familia fue una de las víctimas de este caótico evento político-social cubano.

En su juventud, mi padre había sido dependiente en una tienda de ropa masculina camagüeyana llamada El Dandy. Una tarde, parado en la puerta esperando clientes, presenció como un gentío asesinaba a un informante de la dictadura en moda por esa época, y que había sido derrocada recientemente. Este “método político”, el uso de multitudes enardecidas para arreglar cuentas con enemigos o desafectos (e intimidar a terceros), ha sido usado frecuentemente en Cuba a través de su historia. Una experiencia similar a esa, aunque no tan dramática, experimentaron mi hermana y su hijo de un año, cuando ella intentó salir del país por ese puerto. El ataque a la familia reactivó y reprodujo continuamente, en la mente de mi padre, aquel trauma de juventud.
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Oliverio fue un trabajador de avanzada reconocido a nivel nacional. Por iniciativa propia, y prácticamente sin ayuda alguna, creó populares vehículos en miniatura para recrear a los niños de barrios menos afortunados. Con ese mismo propósito, viajó también con sus carritos a diferentes provincias. Tan resonante fue el éxito, que las revistas Bohemia y Verde Olivo lo entrevistaron. Consuelito Vidal, una personalidad de la radio-televisión cubana durante esos años, hizo que lo filmaran. También lo entrevistó para un programa televisivo suyo que resaltaba los méritos del ciudadano común.

           

Como estímulo por su destacado trabajo, y alertado del estado mental en que se encontraba, el directivo del Departamento de Recreación del INDER gestionó un permiso para que Oliverio pudiera viajar a varias naciones socialistas europeas: Alemania Oriental, Hungría, Checoslovaquia y la Unión Soviética. Estas fueron las circunstancias que lo convirtieron en el primer miembro de la familia en regresar a Europa. Y también quien voló sobre París, donde su abuelo Felipe Funes Ayala se entrenó en el arte de la sastrería a mediados del siglo XIX… para luego emigrar a Cuba en búsqueda, o huyendo, de nunca se supo qué.

Varios años atrás, leí un ensayo derrotista de un intelectual latinoamericano. En ese escrito afirmaba que los problemas de Cuba se debían a su fatalismo geográfico. Según su teoría, la cercanía al arrogante imperio norteño haría - por siempre - imposible el despegue cubano. Recuerdo haberme preguntado:
"¿Cuántas millas de distanciamiento serían necesarias para neutralizar ese maléfico sortilegio? ¿Podría Agatha, la bruja de Blanca Nieves, esfumar la maldición con un ¡zas! de su varita mágica? O quizás, gigantescos turborreactores, unidos a corrientes marinas favorables, ¿podrían mover la isla hacia una plataforma insular menos peligrosa?"
Nones, digo. Demasiado fantástico o complicado. Una estrategia mejor - para mantener en alto los ideales altruistas y, simultáneamente, satisfacer las necesidades del nuevo burgués… perdón, de aquellos esforzándose en la vanguardia - ... mejor es extenderle una mano amistosa y desinteresada a quienes poseen los recursos necesarios. ¡Ésta es una política razonable, entendible! ¡Cada cual utiliza los medios de sobrevivir que puede!
Ese intelectual tampoco elaboró sobre ese término que utilizó tan vagamente: despegar. Estoy seguro que para el estadista racional - no el ideólogo populista - despegar significa hacer lo necesario para lograr el DESARROLLO ECONÓMICO, SOCIAL Y POLÍTICO del país. Lo demás, lo demás consiste en la superestructura que se construye, de ser posible en sincronía, sobre esa base... esta última afirmación, según un famoso ideólogo que elaboró la teoría hace tiempo.

VIAJAR Y VER (¡no mirar solamente!)

Quien tiene medios limitados debe absorber, con fruición y mente abierta, todo lo que pueda cuando tenga la oportunidad de viajar. La pintora cubana Antonia Eiriz, profesora en la Escuela Nacional de Arte por un corto período de tiempo, solía decirnos: “Una cosa es mirar y otra es ver. Un día nos hizo mirar una pared maltrecha y descascarada. ¿Qué ven?, nos preguntó. No todos vimos composiciones, formas y espacios relacionándose, colores complementarios disputándose supremacía, sombras, sutilezas de matices, texturas contratantes. “¡Qué necesita un buen raspa’o y dos o tres capas de pintura, por lo menos!”, exclamó un estudiante con voz chillona. ¿Se dan cuenta de lo que digo, ahora?, comentó Antonia con un suspiro.

Viajé a la ciudad de Londres en el otoño del 2015. El núcleo urbano londinense es un hervidero intenso en lo social, económico y racial. Tanto la estructura urbana añeja de sus calles y barrios, como la espiritualidad cultural que emana, son tortuosos. No es fácil vivir en esta ciudad, sobre todo para el foráneo que intenta asentarse en ella. Hay quien dice que no, pero yo encontré al londinense amable y servicial hacia el visitante; no frío, distanciado y descortés como el parisino. Ahora bien, mi apreciación pudo estar determinada por mi entusiasmo, el momento y los sitios de mis interacciones.

A través de lecturas y filmes he percibido que el británico, como individuo, está consciente del lugar que ocupa en la sociedad; de los roles que desempeñan las diferentes clases sociales, y cómo ellas deben interactuar en la sociedad. Es un asunto omnipresente en toda toda la cultura. Aunque en proceso de evolución y cambios, todavía existe un sistema consciente de equilibrio y respeto mutuo. Traspasar límites sociales puede ser considerado una infracción indeseada, posiblemente riesgosa. No quiere decir que la gente sea antipática y cultive el aislamiento, sino más bien que cultivan el cuidado y el respeto. Especulo que el origen de esta conducta de atemperación puede estar basada en un continuo proceso de aprendizaje. Donde, entre otros factores, jugó un papel importante lo aprendido durante sus guerras internas, y aquellas externas de expansión colonial; seguido de períodos calmos de florecimiento que últimamente condujeron a la formación de la Gran Bretaña actual. 

Toda esa amalgama histórica - de positividad y de negatividad - fue generada por una isla pequeña, rodeada de enemigos poderosos con vastos territorios; cuyos objetivos, similares a los suyos, eran tratar de controlar e impedir su despegue por todos los medios posibles. Sin embargo, esa isla pequeña inició una revolución industrial, a sangre y fuego exportó culturas y métodos de gobierno alrededor del mundo, y convirtió su idioma en un instrumento práctico de comunicación universal. 
De haber existido el idioma inglés, como segunda opción, en tiempos de la parábola de La Torre de Babel, el castigo bíblico del Creador hubiese sido nulificado. La Humanidad hubiera alcanzado el cielo con anticipación; y al advertir su vacuidad, hubiera concentrado su esfuerzo en mejorar los problemas terrenales desde temprano.



                 La Torre de Babel - Lucas van VALCKENBORGH 1594 - Museo del Louvre.
 
No es posible captar mucho cuando dos países son visitados en unos pocos días. Solo grabamos instantáneas de la realidad, que más tarde son esquemáticamente recreadas y valorizadas. De ahí la sugerencia de absorber con fruición las imágenes, ideas y sensaciones experimentadas. 
 

La Biblioteca Central de Londres
  
   
Fuente de la Princesa Diana. Un arroyo circular e irregular con agua circulando constantemente.
    

Vestido de la Princesa Diana, Museo de la Ropa Victoria and Albert, Londres.



Tumba y placa dañadas de Carlos Marx y familia. 
El administrador del cementerio se alarmó cuando pregunté cómo llegar al lugar.
Me siguieron al sitio tres hermosos soldados.

 
            


La placa blanca del centro fue tomada de la tumba original, y colocada en
un busto dedicado a Marx situado en un lugar más visible del cementerio.

                                                  
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Por su accesibilidad desde Londres, y el asequible costo de un boleto por tren, visitar París por tres días fue una decisión venturosa muy acertada. Esa ciudad, con su arquitectura magnificente, su atmósfera cargada de sensualidad, y sus constantes conflictos sociales, políticos y étnicos, ¡es un tema aparte!


Nubes deslizándose perfectamente sobre el Danubio.

Torre Eiffel.
¿Cómo pude tomar esta foto?
Nunca diré el secreto. Nunca haré otra tan perfecta.




🤟
i love you
je t'aime
te quiero