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14 de abril de 2025

DOS RECUENTOS SOBRE JOSEPHINE BAKER





Josephine Baker: la superestrella convertida en espía 
que luchó contra los nazis y por los derechos civiles

La Guerra Secreta de Josephine Baker por Hanna Diamond
Libro que destaca la contribución de ella en tiempos de guerra, y cómo usó su fama para encubrir y promover la igualdad de derechos.


Fotografía: Sarah Meyssonnier



RECUENTO # 1

Según el teniente Paul Jensen, oficial de contrainteligencia estadounidense en tiempos de guerra, era "nuestro contacto número uno en el Marruecos francés", apoyando la misión aliada "con gran riesgo para su propia vida, y lo digo literalmente. Sin ella, habríamos estado completamente indefensos".
El agente de inteligencia británico Donald Darling la consideraba una "agente especialmente querida del gobierno de Charles de Gaulle". Consciente de su importancia, el servicio de inteligencia exterior británico, el MI6, la llamó "la agente predilecta" de la Francia Libre.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Josephine Baker había sido "la Venus Negra": la primera superestrella femenina de color del mundo, bailando charlestón vestida solo con perlas y una falda hecha de plátanos, desfilando con su guepardo mascota, escandalizando y deleitando a todo París.
Tras la guerra, Baker se convirtió en una destacada y franca defensora de los derechos civiles en Estados Unidos, siendo famosa por su intervención con Martin Luther King Jr. en la Marcha sobre Washington de 1963, y por adoptar a 12 niños de ocho países para que vivieran con ella en su castillo de la Dordoña.

Durante la guerra, ejerció como espía. Envueltas en la niebla de la guerra, y posteriormente relatadas, a menudo de forma poco fiable, en las memorias de personas (incluida la propia Baker) con una historia que contar, las hazañas de la artista durante la guerra han sido objeto de especulación y mitos durante mucho tiempo.
Pero un nuevo relato, basado en fuentes contemporáneas y a menudo no utilizadas, se han descubierto pruebas de que Baker no solo era una agente muy eficaz, sino que también utilizaba su misma celebridad como la tapadera perfecta para su espionaje, y también como un poderoso medio para promover la causa de igualdad por derechos civiles.

“Mirar su vida a través del prisma de la guerra nos ayuda a comprender quién era y a comprender lo que hizo después”, afirmó Hanna Diamond, profesora de historia francesa en la Universidad de Cardiff y autora de Josephine Baker’s Secret War, que se ha publicado recientemente.
“La guerra fue fundamental; es la pieza que faltaba en su rompecabezas. Ella estaba increíblemente bien preparada para ser espía; una artista de pies a cabeza. Su motivación provenía de la enorme deuda que sentía con Francia, que la había convertido en una estrella, y que tenía sus raíces en el racismo con el que creció”.



Josephine Baker recibe la Legión de Honor y la Cruz de Guerra en 1961.

Fotografía: AFP/Getty Images


Nacida en 1906 en San Luis, Missouri USA, Baker dejó la escuela a los 12 años, y en 1921 fue elegida para participar en uno de los primeros musicales de Broadway, exclusivamente para negros. Cuatro años más tarde, consiguió un puesto en un espectáculo parisino: La Revue Nègre, y zarpó rumbo a Francia donde se convirtió rápidamente en una gran estrella.
En 1939, cuando fue reclutada por Jacques Abtey, un agente de la inteligencia francesa inicialmente escéptico, y quien se convertiría en su contacto y amante intermitente, Baker era la artista mejor pagada de Europa y una de sus celebridades femeninas más conocidas.

Abtey le enseñó trucos del espionaje, como el uso de la tinta invisible. Pero fue su amplia fama significó que todos y en todas partes querían conocerla. Fue su encanto natural, que les permitía hablar con total libertad, sus verdaderas bazas en el espionaje.
Desde principios de 1941, Baker, bajo la égida de los servicios secretos franceses, viajó desde Marrakech (donde estaba destinada) a Lisboa, Madrid, Sevilla y Barcelona, y por el norte de África. En estos lugares ofrecía conciertos, y asistía a recepciones donde recopilaba, y luego transmitía información ultra secreta a los agentes aliados.

Demostró ser lo suficientemente experta en ello como para ser condecorada, después de la guerra, con la medalla de la resistencia. Más tarde, con la Legión de Honor y la Cruz de Guerra militar.
Aunque el contenido exacto de las notas que tomaba, a menudo sujetas con un alfiler en sus sostenes, no se registraron oficialmente en muchos casos y siguen siendo desconocidos, la investigación de Diamond sugiere que en ocasiones resultaron sumamente valiosas y cruciales.

Fuentes no utilizadas previamente muestran, por ejemplo, que tras el desembarco aliado en el norte de África en 1942, Baker y los líderes locales con los que se había relacionado desempeñaron un papel crucial en la asistencia al contraespionaje estadounidense en Marruecos, identificando a espías nazis y permitiendo cientos de arrestos.
"Ahora sabemos que continuó siendo una intermediaria clave entre franceses, estadounidenses y marroquíes durante 1943 y 1944", declaró Diamond. "Hace tiempo que conocemos algo sobre sus actividades de espionaje aliadas. Pero este papel como intermediaria vital es nuevo”.

De igual manera, fuentes contemporáneas muestran que la bien documentada campaña antirracista de posguerra de Baker ya estaba en marcha a principios de la década de 1940. Sus giras por los campamentos del ejército estadounidense en el norte de África la pusieron en contacto directo con la segregación racial que había dejado atrás en 1925.
Entrevistas de prensa de la época dejan muy claras sus motivaciones para actuar: "Hago todo lo posible para ayudar a ganar el esfuerzo bélico", declaró al Chicago Defender en 1943, pero también "para que la gente, en general, sea más agradecida y comprensiva con mi raza".

Ganar la aceptación de las tropas para las que cantaba y bailaba tenía como objetivo promover la tolerancia racial en casa. Ese mismo año, Baker declaró al periódico Palestine Post (un importante diario en idioma inglés publicado en Jerusalén durante el Mandato Británico de Palestina desde 1932 hasta 1950): "Cada éxito que tengo cuenta para mis hermanos de color en Estados Unidos". En el norte de África, Baker actuó, inusualmente, para un público de tropas estadounidenses no segregadas. Al actuar para las fuerzas británicas, también fue objeto de desagradables comentarios racistas, aparentemente de tropas sudafricanas, según registró el oficial de entretenimiento de las fuerzas armadas británicas, Henry Hurford Janes.

La pregunta era existencial, dijo Diamond. “La discriminación influyó en su decisión de quedarse en Francia. En París, se había distanciado de los demás exiliados afroamericanos. Quería ser francesa y, cuando llegó la guerra, a diferencia de otros que abandonaron Francia, se quedó para apoyar a sus compatriotas”. Sin embargo, Baker se negó a actuar en el París ocupado, mudándose a Dordoña días antes de la llegada de los alemanes y, posteriormente, al Marruecos controlado por Vichy. Su matrimonio en 1937 con Jean Lion, que le otorgó la ciudadanía francesa, reforzó sus opiniones. Lion era judío y Baker ayudó a su familia a escapar de los alemanes. “Sabía muy bien, de primera mano, lo que significaba el racismo nazi”, dijo Diamond.

En contraste, su ferviente gaullismo (mantuvo correspondencia frecuente con el general mucho después del final de la guerra, revela el libro) y su idealización de Francia la llevaron a guardar silencio durante gran parte del conflicto cuando sus colonias norteafricanas lucharon por la independencia.
En 2021, Emmanuel Macron decidió que Baker debía convertirse en la primera mujer negra en entrar al Panteón de París, el mausoleo de los "grandes hombres" de Francia. El presidente francés hizo referencia a sus actividades durante la guerra, que fueron una revelación para muchos.

Dijo Diamond, "En Francia se la conoce principalmente como estrella del music-hall,  y en Estados Unidos como activista por los derechos civiles". Todo un capítulo: las misiones de espionaje, los conciertos que recaudaron grandes sumas para la resistencia, su posterior servicio uniformado en la fuerza aérea francesa resultaba mucho menos conocido.
Tras comenzar su investigación, con cierto escepticismo, Diamond afirmó que la terminó "convencida de que Baker era realmente muy valiosa. Puede que no siempre supiera lo que transmitía, pero hizo lo que le dijeron e hizo lo mejor que pudo".

La imagen que emerge, según Diamond, es la de una mujer negra "increíblemente capaz, astuta y comprometida. Vio con mucha claridad que podía explotar su fama por una causa, y a menudo con gran valentía, simplemente lo hizo". Durante la guerra, Baker movilizó su talento como artista, tanto dentro como fuera del escenario, para la Francia Libre. Tras la guerra, aplicó lo aprendido, aprovechando eficazmente su fama para protestar contra las políticas de segregación racial de su país natal.
“Conocer mejor sus experiencias en tiempos de guerra nos ayuda a comprender cómo ella misma llegó a comprender lo que podía lograr”, afirmó Diamond. “Fue la guerra, el trabajo de inteligencia y la actuación, lo que la hizo consciente de su poder”.


Original del periódico británico THE GUARDIAN
Traducción: por Oliverio Funes Leal, con la ayuda de Google Translate



Josephine Baker: una gran amiga de Cuba por Maria del Carmen Mestas


RECUENTO # 2


Con su espectacular baile de los plátanos, se convirtió en la reina de la noche parisina. En 1950, cuando Josephine Baker, la célebre artista afroamericana, visitó Cuba por primera vez, se le negó alojamiento en el Hotel Nacional debido al color de su piel. Pero, en 1966, los escenarios cubanos volvieron a brillar con su presencia.

Ese año, la extraordinaria cantante estadounidense llegó a Cuba como invitada ilustre. 

Algunos años antes, un empleado del Hotel Nacional, cumpliendo órdenes estrictas, le había dicho con tono que pretendía ser cortés: "Señora, estamos en plena temporada turística; no tenemos ni una sola habitación libre".


Esa fue la excusa de la gerencia para negarse a alojar a la artista negra. Un escándalo estalló en la prensa. Pero Josephine, con su conocida majestuosa dignidad, se alojó en un hotel más modesto.

La reina de las revistas musicales francesas había llegado a la capital cubana procedente de México. Durante cinco semanas, el Teatro América estuvo abarrotado. Cantó canciones de su selecto repertorio, acompañada por su esposo, Jo Bouillon, violinista y director de orquesta. Su talento dramático se hizo evidente al interpretar a Mary Stewart de Escocia, como lo había hecho en el Folies Bergère de París.

Durante una de las funciones, alguien le gritó desde su asiento:


"¿Y los plátanos? 🍌🍌🍌🍌...

Y ella respondió rápidamente:

¡Me los comí durante la guerra!"



Había pasado varios años desde aquella primera vez. Ahora, Josephine regresaba como invitada especial a la Conferencia Tricontinental. 

Esta vez actuó en el Teatro Amadeo Roldán, visitó Camagüey, y tres mil personas la aplaudieron con entusiasmo en un estadio deportivo. Incansable, recorrió la Sierra Maestra, donde percibió el aroma de los antiguos cafetales franceses de Gran Piedra... y, sobre todo, estableció contacto con la gente. El paisaje humano la deslumbró.

El comediante cubano Carlos Ruiz de la Tejera la acompañó en una de sus giras por Cuba. Josephine Baker capturó la esencia de la cultura de su época y la reflejó en sus espectáculos. Utilizó textos de los mejores poetas, canciones sobre el amor, sobre la vida. Batalló con ahínco contra la discriminación racial, y recibió la Legión de Honor francesa por su lucha contra el fascismo.


Recuerdo su bondad, su amor por la humanidad. En su viaje a Cuba trajo consigo a sus hijos adoptivos, uno de ellos recogido, según me contó, de un cubo de basura. Estar a su lado confirmó muchas de las ideas que tenía sobre cómo debía ser un artista: cómo concentrarse, cómo prepararse psicológicamente antes de una presentación en público. Entre espectáculo y espectáculo, hacía ejercicios para relajarse y mantenerse en forma. Gracias a eso, a sus 60 años, tenía una figura y una agilidad envidiables.

Nació en una familia muy humilde, Saint Louis, EE.UU. en 1906. Se enamoró de la danza siendo aún niña. A los ocho años realizó su primera actuación. De adolescente, actuó en el New York Music Hall y en el Plantation Club de Harlem, donde su éxito fue en aumento. Fue contratada para protagonizar la Black Revue, y París se rindió con entusiasmo a su arte, el cual revalorizó a los artistas de clubes nocturnos.


Con su espectacular baile, de plátanos colgando en las caderas, revolucionó las noches parisinas. Se convirtió en artista exclusiva del Folies Bergère. Comenzó como cantante en el cabaret Chez Josephine y estrenó su revista Paris qui Remue (Paris que Conmueve). Dos canciones que dieron la vuelta al mundo la lanzaron a la fama internacional: J'ai deux amours (Tengo Dos Amores) y La petite Tankinoise (La Pequeña Niña Tonkinesa).

Trabajó en varias películas, como La Princesa Tan Tan, con música de su querido amigo, el compositor cubano Eliseo Grenet.

Josephine Baker libró una de sus últimas batallas en Les Milandes, el antiguo castillo francés donde educó a sus 13 hijos adoptivos, y del cual el propietario intentó desalojarla por retraso en el pago del alquiler.


Enferma y casi muerta de frío, la artista que había tenido un hermoso sueño fue finalmente hospitalizada. Su aspiración de crear una escuela universal de fraternidad fue detenida. El proyecto había comenzado varios años antes: Platanitos se había convertido en madre de huérfanos de diferentes nacionalidades, a quienes quería educar sin prejuicios raciales ni religiosos.

Su mayor anhelo era establecer un centro donde 400 niños de todo el mundo pudieran aprender a vivir como verdaderos hermanos. Un capítulo de la vida de Josefina Baker se había cerrado dramáticamente, y sus esperanzas se vieron truncadas por el momento.


Regresó a los escenarios, que ella iluminó con su mirada. Más allá de todos los insultos e injusticias, Josefina Baker se destacó y reinó en las noches parisinas. "Vuelvo al teatro por mis hijos. Muchos dicen que este regreso es una locura, siendo vieja y rica, que es una imprudencia. Pero, ¡la realidad es que no soy rica! Soy pobre y tengo que mantener a mis hijos".




En abril de 1975, actuó en el Teatro Bobino para
celebrar sus 50 en el mundo del espectáculo.
Se la veía vivaz, siempre sonriente...pero su corazón no pudo 
resistir más las fatigas, todo el dolor y las emociones.






8 de abril de 2025

RESIGNACIÓN






RESIGNACIÓN
J.D. McClatchy


"Me gustan los árboles porque parecen más resignados,
que otras cosas, a la manera de vivir que tienen" 




Aquí el roble y el abedul de torso plateado

De pie en su intimidad sosegada

Mientras bajo tierra, como en espejo oscuro,

Han ocultado agravios enlazados

En idéntica bifurcación al calmo de encima

Pero atrapados allí, tejidos unos a otros

Aferrados a lo que da vida y es suficiente cruel.

Mas en el aire ninguno trata de mantener compañía

O cambiar su fortuna. Ellos parecen apoyarse

En la luz, despreocupados de lo que el mundo

Haga de sus dignidades, y no mostrarán

perspicacia en sus días por quedar.

De nunca ser amados como hubieran querido

O merecían, de la infatuación súbita de alguien

Anotada en un flanco, de lo que se les ha obligado

A proteger y esconder, ellos se han resignado.





McClatchy nació como Joseph Donald McClatchy Jr., en Bryn Mawr, Pensilvania en 1945. Estudió en Georgetown y Yale, donde recibió su doctorado en 1974. 

Vivió en Stonington, Connecticut, y Nueva York. Su esposo fue el diseñador gráfico Chip Kidd. Su pareja de 1977 a 1989 fue el poeta Alfred Corn.


Poema traducido por Oliverio Funes Leal

con la asistencia de Google Translate






14 de marzo de 2025

LA DESTRUCCIÓN DE ALAN TURING


UN AMBIENTE AMANERADO: 
¿POR QUÉ ALAN TURING, FATÍDICAMENTE,
 DECLARÓ A LA POLICÍA QUE ERA GAY?


     Según un académico, la colectividad de relaciones en el King´s College de Cambridge, entonces ilegales, explica su desconcertante admisión en 1952.


Cuando Turing estudiaba en King's College, en la década de 1930, los hombres
 homosexuales no sentían la necesidad de ocultar su sexualidad,
 afirma el profesor Simon Goldhill.


Donna Ferguson

Sábado Marzo 8 de 2025


Fotografía: Heritage Images/Getty Images


Durante décadas, esto ha desconcertado a los historiadores. ¿Por qué, al denunciar un robo a la policía en 1952, el genio de las matemáticas Alan Turing declaró voluntariamente que mantenía una relación homosexual? Esta confesión le permitió a la policía procesar, por indecencia grave, al descifrador de códigos de Bletchley Park. Poniendo así fin al trabajo pionero de Turing para el GCHQ sobre ordenadores tempranos e inteligencia artificial, y obligándolo a someterse a una castración química que lo dejó impotente. Dos años después, se suicidó.


Ahora, una investigación realizada por un académico de la Universidad de Cambridge arrojó luz sobre las razones por las que Turing, ex-estudiante y profesor del King's College de Cambridge, no ocultó su homosexualidad a la policía. “Había toda una comunidad en King’s College bastante diferente a las historias que conocemos de la comunidad gay en general, las cuales suelen implicar encuentros casuales y mucha desesperación, escondite y miseria”, dijo Simon Goldhill, profesor de literatura clásica en la universidad.


Su investigación ha descubierto una comunidad “bastante feliz” en la universidad, anteriormente solo para hombres, en el “centro del establishment británico”, aunque la homosexualidad aún era ilegal. “Era un ambiente bastante afeminado”, dijo Goldhill, quien hablará en la Marcha del 11 de King’s sobre su nuevo libro, Queer Cambridge. Por ejemplo, en la década de 1930, cuando Turing estaba en King’s, “el rector y muchos de los tutores eran abiertamente homosexuales. Tenían relaciones sexuales con hombres, y hablaban constantemente de esas relaciones”.


Turing pasó sus años de formación, de los 18 a los 24 años, en King's, donde aprendió que era "perfectamente aceptable" que hombres homosexuales intelectuales como él no ocultaran su sexualidad ante personas con poder. Como resultado, en 1952, Turing declaró a la policía que el presunto ladrón era amigo de su amante. "Turing creía tener todo el derecho a ser gay. No se avergonzaba de ello. Era lo que él era".


Sus experiencias de vida gay en King's lo habían empoderado: "Había tenido una relación en la escuela y la gente estaba preocupada por eso. Así que cuando llegó a King's, donde ser homosexual era perfectamente aceptable, creo que fue entonces cuando se desarrolló como persona gay".


Turing adquirió "fuerza y ​​claridad política" durante su tiempo en King's. "Era alguien capaz de defenderse como hombre gay. Pensaba que era importante no mentir, no ocultar, sino decir: 'Esto es lo que soy'". Creo que deberías poder lidiar con esto. Esa confianza la obtuvo de King's.


El poeta Rupert Brooke y el autor E. M. Forster se encuentran entre los otros ex-alumnos homosexuales de la universidad, junto con el economista John Maynard Keynes, quien fue miembro de King's junto con Turing.


Keynes llevaba registros de cada hombre con el que se acostó, y de lo que hizo con ellos durante años, dijo Goldhill. "Es economista, y los economistas cuentan cosas. Él es contador".


Keynes también escribió sobre cómo todos en Cambridge se "sodomizaban entre sí". Virginia Woolf, amiga de Forster, Keynes y la directora de teatro Dadie Rylands, otra miembro homosexual de King's, afirmó: "La palabra sodomía nunca estuvo lejos de nuestros labios".


Goldhill dijo: "Existe esa extraordinaria sensación de que se habló abiertamente mucho del tema. Hay una comunidad gay completa en el centro de la institución, con Keynes y figuras destacadas de la economía, la literatura, la música y el arte al mando". Es probable que la comunidad gay de King's tenga sus raíces en un estatuto, firmado por el Rey Enrique VI en 1443, que exigía a King's admitir exclusivamente a estudiantes del Eton College. "Procedentes de una misma casa en Eton, los estudiantes ya habían vivido juntos de niños. Se conocían de toda la vida", dijo Goldhill. "Había una comunidad muy fuerte entre ellos, y eso persistió".

Esos intensos vínculos en la infancia significaban que los estudiantes que deseaban a otros hombres eran tolerados "dentro de la seguridad de los muros de la universidad".


Los hombres gay que llegaron a King's siendo estudiantes bastante jóvenes y se quedaron para convertirse en académicos influyentes pudieron tener relaciones románticas a lo largo de sus vidas, lo que garantizó el florecimiento de la comunidad gay en la universidad. A diferencia de otras historias gay, estos hombres no solo tenían "una sensación de continuidad en el tiempo y el lugar, sino también la sensación de transitar por diferentes etapas de sus relaciones como hombres gay", dijo Goldhill.


Después de que el estatuto que requería que los Etonianos asistieran a clases fue revocado en la década de 1860, los maestros de otras escuelas comenzaron a alentar a los niños brillantes, que ellos sabían o sospechaban que eran homosexuales, a que solicitaran ingreso en King's, adonde una vez ingresados "lo pasarían muy bien", dijo Goldhill.


Hasta el día de hoy, King's tiene la reputación de ser el centro de la vida LGBTQ+ en Cambridge, afirmó Goldhill. "Ha habido y sigue habiendo un espíritu de tolerancia y valores liberales en el lugar, aunque incluso aquí, hoy en día, estos valores se ven amenazados".


Ainoa Cernohorsky, responsable estudiantil LGBTQ+ de King's, afirmó que, si bien los estudiantes queer* de Cambridge siempre luchan por más espacio para ser ellos mismos, "no he encontrado, visto ni sentido nada más que un apoyo inquebrantable a mi identidad queer, y a mi rol como responsable LGBTQ, por parte de estudiantes, graduados, profesores y directores de estudios queer y no queer de King's. Es un ambiente muy tolerante, y creo que eso se debe en parte a la forma en que la universidad se presenta a sí misma y a las historias que elige difundir".



Hay una prominente estatua de Antony Gormley dedicada a Turing en los terrenos de la universidad, mientras que un cuadro de Keynes, pintado por su amante Duncan Grant, cuelga en el gran comedor universitario. Además, hay varios cuadros de Forster y otros compañeros gays de esa época. 

 Estas personas están presentes en mi memoria.

Dejaron huellas en el ambiente de King’s”. 




Original del periódico británico THE GUARDIAN
Traducido por Oliverio Funes Leal, con la ayuda de Google Translate












15 de enero de 2025

HISTORIA DE ABUSO Y RECHAZO EN CUALQUIER ÉPOCA



Vicioso e Inmoral
JOHN GILBERT McCURDY

HOMOSEXUALIDAD, 
LA 
REVOLUCIÓN AMERICANA 
Y LOS JUICIOS A 
ROBERT 
NEWBURGH




MÁS COMPLICADO DE LO QUE PENSAMOS: 


La Historia no Contada de los los Derechos LGBT+

 en la Revolución Estadounidense



Por Rich Tenorio 

Fotografía John Hopkings 

University Press

                        El historiador gay John McCurdy descubre la historia poco conocida de Robert Newburgh, un capellán del ejército británico acusado de homosexualidad, en su nuevo libro Vicious and Immoral.


Los derechos individuales son sinónimos de la Revolución estadounidense. Si bien muchos de los debates que precedieron a la revolución se centraron en los impuestos, una controversia legal poco conocida de la época sugiere que la corona y los colonos también diferían en lo que respecta a los derechos LGBTQ+.


Mientras servía en el 18.º Regimiento de Infantería en Filadelfia, el capellán del ejército británico Robert Newburgh fue acusado de haber tenido relaciones sexuales con un hombre, o como se conocía en ese momento, sodomía. Al considerar que su posición dentro del regimiento se veía socavada, Newburgh recurrió a una variedad de causas judiciales que culminaron con un consejo de guerra en 1774, el año anterior a la revolución.


Casi dos siglos y medio después, John McCurdy, profesor de historia de la Eastern Michigan University, se topó con la historia y vio paralelismos entre la defensa de los derechos de Newburgh y la defensa de los derechos de los colonos. Para McCurdy, fue una oportunidad de arrojar luz sobre una narrativa LGBTQ+ raramente documentada dentro del período revolucionario, en su nuevo libro, Vicious and Immoral: Homosexuality, the American Revolution, and the Trials of Robert Newburgh.


“La Revolución estadounidense es un proceso mucho más complicado de lo que pensamos”, afirma McCurdy. “La experiencia de la Revolución estadounidense es… mucho más diversa”, incluso en lo que respecta a las mujeres, los negros, los nativos americanos y las personas LGBTQ+.


McCurdy dice que su libro es “una forma de pensar en personas que son una parte muy importante de nuestra cultura y nuestro país. ¿Cuál es su historia en la revolución? ¿Qué promesas y posibilidades tenía la revolución para hombres como Robert Newburgh?”


Con la administración Trump a punto de volver al poder, McCurdy abordó la relevancia que su libro podría tener para el próximo momento político en Estados Unidos.


“Creo que [Trump] siempre desafía las expectativas en cuestiones LGBTQ+”, dice McCurdy. “Su secretario del Tesoro designado es un hombre abiertamente gay… sería el homosexual de mayor rango en la capital en ese momento. Al mismo tiempo, por supuesto, Trump y algunos de sus socios han participado en una homofobia realmente desagradable. Esta es una contradicción que siempre ha estado ahí con diferentes personas y diferentes opiniones”.


McCurdy, un estudioso de la guerra revolucionaria, es gay.


“Hace mucho que quería escribir un libro sobre la homosexualidad, especialmente en esta época”, dice McCurdy, calificando el caso de Newburgh como “un verdadero hallazgo” y agregando: “No había forma de que pudiera escribir un libro sobre la homosexualidad en la Revolución Americana y no salir del armario en la introducción”. Sobre su identidad, dice: “No creo que influya en mi percepción del caso. “Traté de ser lo más honesto posible y no afirmar nada que no pueda respaldar con los documentos”.


El libro es una ventana a las diferentes percepciones de la homosexualidad al otro lado del Atlántico en el siglo XVIII.


“Con la homosexualidad en Gran Bretaña y los EE. UU.”, dice McCurdy, “después de 1780, los británicos fueron mucho más agudos y punitivos. Las leyes aumentaron, las ejecuciones aumentaron… en las colonias, mucha gente miró para otro lado.


“No estoy diciendo que estaba bien ser gay [en las colonias] en el siglo XVIII”, agrega McCurdy. “Pero había un interés en no hacer demasiadas preguntas”.


Newburgh, que nunca se casó ni tuvo hijos, creció en una familia protestante adinerada en Irlanda. Se graduó en el Trinity College, era un gran experto en literatura y un jinete consumado. Se embarcó en una carrera en el sacerdocio anglicano. Sin embargo, lo persiguieron las acusaciones de tener relaciones sexuales con un sirviente que también era su hermano adoptivo. Durante una estadía de un mes en Sligo, supuestamente durmieron en la misma cama. Según el libro, lo habían hecho desde la infancia de Newburgh, pero era una práctica común y Newburgh también citó su enfermedad crónica como razón.


"Existe una tradición más larga de que Estados Unidos sea más abierto a las minorías sexuales de lo que podríamos haber supuesto."

John McCurdy


Aunque Newburgh logró su objetivo de ser capellán del ejército británico, las acusaciones persistieron. Uno de los que las conocía era su compatriota Thomas Batt, un ex oficial del 18.º Regimiento, apodado el Real Irlandés. Cuando Batt se enteró de quién sería el nuevo capellán del regimiento, envió una carta de condena a Newburgh.


Batt llegó a Filadelfia antes que Newburgh, abrió una licorería y alertó a los capitanes del regimiento. Pronto el capellán sintió que se había convertido en el blanco de las faltas de respeto, incluidas las bromas a su costa. Sus intentos de limpiar su nombre desencadenaron múltiples procesos legales y dividieron al regimiento.


Los capitanes eran casi unánimes en su oposición a Newburgh, mientras que los oficiales de menor rango tendían a apoyar al capellán. También había una división en lo que sentían sobre la causa patriota. Los capitanes que se oponían a Newburgh siguieron siendo fieles soldados británicos durante la revolución, mientras que los oficiales subalternos desertaron y se unieron a los patriotas y permanecieron en las colonias después de la independencia.


La postura de un soldado raso cambió con el tiempo: el soldado Nicholas Gaffney. Se había peleado con su superior, el capitán John Shee, y había recurrido a la vía legal. El posterior juicio marcial fue inicialmente malo para Gaffney, hasta que sus tácticas cambiaron a mitad del proceso. Shee, con razón, vio en esto la mano de Newburgh. El capellán acabó planeando el caso de Gaffney entre bastidores, sin ningún resultado. El soldado fue condenado a 1.000 latigazos, un castigo que se suspendió en 600 debido a los temores de su dureza. Gaffney se volvió contra su benefactor mediante su testimonio en un juicio marcial de Newburgh que el capellán había convocado a petición propia, tratando de limpiar su reputación.

Como se detalla en el libro, Newburgh tuvo problemas para representarse a sí mismo, hasta que llegó el momento de los argumentos finales. Invocó los elevados ideales de la Ilustración, que habían desafiado el derecho divino de los reyes con un llamado a las libertades individuales. El veredicto fue dispar: Newburgh fue culpable de algunos cargos, absuelto de otros y recibió una suspensión de seis meses sin sueldo. Litigioso hasta el último minuto, presentó apelaciones, incluso al general Gage, y finalmente logró que le conmutaran la sentencia después de tres meses.


En esa época, los miembros de la Real Orden Irlandesa pasaban por Nueva Jersey y Nueva York en camino hacia el epicentro de Massachusetts; algunos lucharían y morirían en las primeras batallas de la revolución. No fue así en el caso de Newburgh. Al principio se quedó en Nueva York, donde se había celebrado su juicio marcial. Luego, cuando las tensiones aumentaron en la ciudad, optó por regresar a Europa, para siempre, como se vio después. Durante la revolución, también se retiró del ejército.


Aunque Newburgh finalmente abandonó América del Norte, McCurdy sostiene que el legado del capellán sigue vigente, en términos de derechos LGBTQ+.


Para mí, el libro es una historia muy optimista, más allá del ejército”, dice McCurdy. “Creo que existe esta tradición estadounidense de liberación sexual… No nos hemos convertido en esta sociedad abierta y tolerante de finales del siglo XX. Hay una tradición más larga en los Estados Unidos de ser más abierta a las minorías sexuales de lo que podríamos haber supuesto”.


😏
SONRISA BURLONA
APARTE DE LA SUPERFICIALIDAD ANALÍTICA CONQUE ABORDA McCURDY EL TEMA CENTRAL DE SU LIBRO, GLADIOLOSOY HA DESTACADO ESTE ÚLTIMO PÁRRAFO - Y SUBRAYADO SU INICIO - PORQUE ESAS DOS PALABRAS USADAS POR ÉL (PARA MÍ...) REFLEJAN PERFECTAMENTE EL "OPTIMISMO" Y LA POSIBILIDAD CLASISTA Y DE PODER QUE LE PERMITIERON SACIAR SUS DESEOS HOMOSEXUALES EN EL SIGLO XX, CON EL APOYO ABIERTO O DISIMULADO DE FUERZAS POLÍTICAS AFINES A LA SUYA.

ESTO ÚLTIMO SIN CONTAR, ADEMÁS, DE LOS AMPLIOS Y PROTEGIDOS CLÓSETS QUE SIEMPRE TUVO A SU DISPOSICIÓN.



Original del periódico británico THE GUARDIAN
Traducido por Oliverio Funes Leal, con la ayuda de Google Translate