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14 de septiembre de 2020

La Guerra del Tahini

La comida en el centro de una batalla por los derechos de los homosexuales árabes.

Después de que un magnate árabe del tahini hiciera una donación a un grupo israelí de derechos de los homosexuales, su empresa se enfrentó a un boicot. Pero los activistas homosexuales dicen que la controversia tiene un lado positivo.
Por Adam Rasgon

Juia Zaher - foto Samar Hazboun



TEL AVIV - Cuando Julia Zaher, propietaria de una empresa que fabrica algunos de los tahini más populares de Israel, hizo recientemente una donación a un grupo israelí de derechos de los homosexuales, lo vio como un acto sin importancia.
"Cuando veo a la gente en un lugar difícil, siempre me gusta ayudar", dijo Zaher, de 65 años, una ciudadana árabe que vive en Israel, en una entrevista. "Si todos dan la espalda a esta comunidad, ¿quién va a ayudarla?"

Pero después de que la organización de derechos de los homosexuales se lo agradeció públicamente, la reacción en la comunidad árabe socialmente conservadora de Israel fue rápida e implacable.
Los activistas pidieron un boicot a su empresa, Al Arz. En Facebook y Twitter circularon videos de comerciantes árabes sacando el tahini de Al Arz de sus estantes y tirándolo a la basura. Un ejecutivo de una de las cadenas de supermercados de propiedad árabe más grandes de Israel, Al Mashadawi, dijo que estaba considerando sacar a Al Arz de sus 14 tiendas.
"Tenemos valores que seguimos", dijo Jabr Hejazi, propietario de un supermercado en la ciudad norteña de Tamra, quien de repente dejó de ofrecer la marca. "Es un asunto simple".
Pero los activistas por los derechos de los homosexuales dicen que la controversia ha tenido el bienvenido efecto secundario de centrar la atención en un grupo cuyos problemas se han ignorado durante demasiado tiempo: miembros homosexuales y transgénero de la minoría árabe de Israel. Ellos dicen que son marginados y discriminados dos veces: por lo que son, y por ser árabes.
"Este es un gran evento", dijo Khader Abu-Seif, de 33 años, un activista LGBT de derechos humanos en Tel Aviv. "Por supuesto, estamos viendo fealdad, pero también estamos viendo el apoyo de personas que nunca hablaron abiertamente por nosotros en el pasado".
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La Sra. Zaher, de Nazaret y madre de dos hijos, con modales apacibles y voluntad fuerte, puede parecer un catalizador poco probable de la controversia.
Maestra de escuela durante décadas, se hizo cargo del negocio de tahini de su esposo cuando éste murió después de un ataque cardíaco en 2003.
La compañía estaba en malas condiciones financieras, dijo en una entrevista el sábado en Tel Aviv. Pero se dedicó a ella, pagando deudas, convenciendo al banco de que le prestara más dinero y mejorando el proceso de fabricación.

Hoy en día, las dos plantas de su empresa en el área de Nazaret producen la sustantiva cantidad de 20 a 25 toneladas de tahini al día. La pasta espesa que hacen, con las semillas de sésamo de Etiopía, es casi omnipresente en los supermercados y restaurantes de Israel, y se exporta a 18 países, incluido los Estados Unidos. 
La Sra. Zaher se convirtió en una rara protagonista: ser una mujer dirigiendo una importante empresa de propiedad árabe.

No ajena a la filantropía, había hecho donaciones anteriores para beneficiar los derechos de las mujeres y las personas con discapacidad.
La donación que hizo a Aguda, una organización israelí LGBT de derechos humanos, fue para ayudar a establecer una línea directa para israelíes de habla árabe.
El director ejecutivo del grupo, Ohad Hizki, se negó a decir cuánto había dado la Sra. Zaher, pero lo calificó de "significativo". Dijo que la línea directa estaría abierta para recibir llamadas el próximo mes.

La controversia estalló cuando Aguda agradeció a la Sra. Zaher en Twitter el 1 de julio. Mouad Khateb, uno de los opositores más destacados a la donación, expresó las opiniones de muchos críticos y dijo que no tenía objeciones a lo que hagan las personas homosexuales y transgénero en privado. Pero que la donación contribuiría a "normalizar" su "antinatural" forma de vida para el público árabe.
"Lo que es más problemático es cuando los árabes participan en estos esfuerzos", dijo Khateb, quien ha utilizado términos despectivos para describir a los miembros de la comunidad LGBT. Afirmó que ellos padecían "trastornos psicológicos", y que lo que requerían era "tratamiento".

Pero el boicot también ha atraído el rechazo público de los partidarios de los derechos de los homosexuales.
"Estoy con Al Arz en contra del boicot", escribió en Facebook Hana Amoury, residente de la ciudad portuaria de Jaffa. "Aquellos que todavía dicen y piensan que los homosexuales son 'anormales' necesitan leer un poco".
Abu-Seif, el activista de LGBT, señaló que una legisladora árabe de Acre, Aida Touma-Sliman, se había pronunciado en defensa de la comunidad. Un caso raro, dijo, y una señal de que se estaba volviendo cada vez más difícil para los políticos árabes permanecer al margen cuando la comunidad LGBT es atacada.

Aparte de la reacción contra los homosexuales, algunos árabes homosexuales también criticaron la donación por ir a una organización israelí, en lugar de una palestina. Quienes, sostienen ellos, apoyan políticas que funcionan para borrar la experiencia palestina. Aguda, el grupo israelí de derechos de los homosexuales, niega la acusación y dice que aboga por la igualdad de derechos para todas las personas homosexuales y transgénero en Israel, independientemente de su origen religioso o nacional.

La donación de Al Arz fue solo la última de una serie de demostraciones públicas de apoyo a los gays y lesbianas árabes, dicen los activistas.
En mayo, miles de dolientes asistieron al funeral de Ayman Safiah, un bailarín gay que se ahogó en el mar Mediterráneo cuando trató de ayudar a salvar la vida de un amigo. Y en agosto pasado, cientos de personas protestaron en Haifa tras el apuñalamiento de un joven árabe transgénero.
“Lo que hemos estado viendo es que el tabú se está rompiendo lentamente”, dijo Fady Khoury, de 35 años, un abogado de derechos civiles gay en Haifa. “Todo lo que sucedió el año pasado es la culminación del trabajo que se ha realizado durante las últimas dos décadas, todos los esfuerzos que los activistas han hecho para promover el cambio social en este tema”.
Pero la Sra. Zaher, cuyo teléfono ha estado sonando constantemente durante la última semana, dijo que todavía estaba desconcertada por el alboroto.
“Nunca podría haber imaginado que pasaría algo como esto”, dijo. "No tiene sentido: haces algo positivo, y luego obtienes algo negativo a cambio".

 

foto Ariel Rosenthal

Traducido por Oliverio Funes Leal