Fotografías tomadas por el autor en junio del 2009
"SI LA NATURALEZA PONE UNA CARGA EN UN HOMBRE / MUJER
HACIÉNDOLO DIFERENTE, TAMBIÉN LE DA UN PODER CON ELLO"
Lame Deer, líder espiritual Sioux de la Tribu Lakota
El último documental de Harrod Blank, ¿Por qué no puedo ser yo? Alrededor tuyo, es un estudio fuerte y provocativo de un personaje que invita a la reflexión.
La furgoneta cubierta de cámaras del famoso artista de vehículos Harrod Blank se descompone cerca de Albuquerque, Nuevo México. La única persona capaz de arreglarlo es un corredor de carros local, experto en mecánica creativa, llamado Russell "Rusty" Tidenberg. Rusty es un transgénero que ha comenzado recientemente su transición. Mientras Rusty trabaja, Harrod se entera de que el jefe de Rusty, su padre, le redujo su salario. Sus amigos de motocicletas lo rechazan, y las mujeres no quieren salir con él ahora. Sorprendido por su historia, Harrod filma a Rusty durante ocho años. Otros artistas de automóviles, no binarios en género, que conocen Harrod, arrojan más luz sobre los problemas de identidad de género en los Estados Unidos. La película sigue a Rusty, en su difícil viaje de adopción y exhibición de ambos sexos. Rusty no pierde la esperanza de que algún día será aceptado y amado tal y como es.
Traducido por Oliverio Funes Leal
El contenido de este artículo es de interés para la comunidad LGBT hispana en general, pero particularmente la cubana. Es un tema intrínsecamente conectado con el de mi próxima entrada.
Nacida en Logroño, en un humilde hogar a orillas del río Ebro, Chavela soñó con ser bailarina desde muy pequeña. Una aspiración difícil de alcanzar, dadas las múltiples tareas de trabajo en el campo a que estaba obligada la familia. Romper esas ataduras ancestrales significó, en un principio, muchos obstáculos a vencer. Afortunadamente, la familia cambió pronto de actitud, al reconocer y aceptar el gran salero e imparable perseverancia de Chavelita. En lo adelante, su familia fue el más importante apoyo que tuvo para cumplir sus anhelos.
El ascenso de Chavela, en los centros culturales de La Rioja, fue meteórico. Pero esa trayectoria casi finaliza abruptamente. La causa fue un ventilador de techo, en el escenario desvencijado de un teatro en Enciso. A media función, al ejecutar un elaborado paso arabesco donde debía extender etéreamente el brazo izquierdo hacia el cielo, éste fue cercenado de un solo golpe por una de sus aspas. La sangre, borboteando del muñón, esparcida sobre la orquesta y el pasmado público en las primeras filas. Los espectadores en los palcos y el gallinero, horrorizados, clavaron la vista en el escenario ensangrentado. La extremidad mutilada, yaciendo junto al cuerpo inerte de Chavela. Espasmódicos todavía, los dedos se extendían y contraían como si aún trataran de alcanzar el cielo.
La horrible tragedia dañó, pero no cercenó el espíritu de la persistente logroñesa. Continuó bailando, después de un largo período de recuperación física y re-entrenamiento técnico. Lo que es más, la ausencia del brazo no solo elevó su fama profesional a un grado superior, sino que ayudó también a incluir sorprendentes técnicas danzantes. Sin lo experimentado por ella, nunca se habrían incorporado perfeccionadas soluciones en cuanto al espacio y el equilibrio corporal del danzante. Tan fue así, que un famoso coreógrafo francés, crucial en las creaciones del Teatro Madrid de esa gran ciudad, creó y ensambló un moderno ballet inspirado en su increíble historia. Chavela ocupó, en esa heroica y destacada obra, el rol protagónico del elenco.
En la década de los setenta del siglo pasado, no recuerdo exactamente el año, “El Señor de las Moscas” fue proyectado en Cuba. Era una copia de mala calidad, traída ilegalmente al país como otros muchos filmes. El bloqueo, la desastrosa política económica cubana, mas cierta tendencia humana de apropiarse de lo ajeno, permitió y justificó esa situación. Sin embargo, esa ilegalidad fue “afortunada” de cierto modo para el cubano corriente, atrapado como estaba en una isla del Caribe "not so far away" (no tan alejada). Víctima no novelesca del tormentoso devenir regional y mundial de la época.
Los filmes, “incautados” o prestados, no eran seleccionados al azar. Respondían usualmente a tres categorías. Filmes soviéticos (dramas históricos o artísticos): Iván el Terrible, Potemkin, Solaris, Tchaikovsky; filmes de entretenimiento: Los Paraguas de Cherburgo, Fantomas; y filmes de países capitalistas, mayormente aquellos que reflejaban el carácter abusivo y alienante de sus sociedades. Algunos filmes húngaros, polacos, checoslovacos, y otros países del campo socialista, dejaban entrever veladas críticas sociales. Pero casi todos eran bodrios que solo algunos estómagos de cinéfilos podían tolerar.
Era una selectividad que trataba ingeniosamente de engatusar y confundir al espectador. Para el propagandista, “¡Nosotros, no! Nosotros vivimos en el mejor de los mundos posibles (como el carácter de Voltaire en su novela Cándido o el optimismo). No es incierto que el capitalismo poseyera y posee aspectos abusivos, e inclusive criminales. Salvo excepciones, en el socialismo ocurre lo mismo. La diferencia era que en el primero, el individuo podía y puede elegir; en el segundo... ¡Caca, niño! Factores a tomar también en cuenta son los históricos, culturales, económicos y geográficos. Pensaba en los países nórdicos como ejemplos a seguir… pero ese ideal se ha enturbiado un poco después de ver recientemente una serie titulada Midnight Sun (Sol de Media Noche) en HULU.
Cuando me topé casualmente con esta crónica, me dije: ¡Ah no, tengo que traducir y publicar este artículo. Sentí que había que ayudar a desmentir la falsa historia del escritor británico William Golding, y el consecuente filme producido a partir del libro. Era necesario revertirle a la narrativa, sobre todo en este momento, el carácter humanista y positivo contenido en la historia verdadera.
Amelia Funes, la ocurrente tía de mi padre - quien se bañaba en las playas de Nuevitas, hasta tarde en su ancianidad, con un vestido a media pierna - acuño la famosa frase “comida vaporosa”. No es difícil explicar lo que quiso decir. La primera palabra de la frase significaba eso, comida. La segunda, vaporosa, quizás requiera un poco más de abstracción… pero no mucho. Vaporoso es aquello ligero, volátil… en fin, fácil y fugaz. Para ella, la frase expresaba: “voy a cocinar con algo hecho de antemano”. A menudo, el resultado final no era tan vaporoso, si no más bien algo deliciosamente distinto tanto en forma como en sabor.
Una vez insertada en el vocabulario familiar, la frase chispeó aún más la simple pero agraciada existencia de Amelia Funes: la peculiar y chistosa ama de casa, proveniente de un pasado largo ido, en el Alfredo Adán # 614 del reparto camagüeyano La Vigía.
Amelia Funes, y su no afortunada hijastra Hortencia Córdova (Yaya). En las casetas de la Playa Santa Rita, Nuevitas, Camagüey . |
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